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Consejos para derrotar al maniático de la mesa
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A pesar de que ha ganado tres brazaletes de las World Series of Poker y es un regular de las partidas más altas en Las Vegas, Chau Giang no es, ni de lejos, un jugador tan reconocido en el mundillo pokeril. Sin embargo, su reputación entre profesionales como Phil Ivey, Daniel Negreanu o Doyle Brunson como un all around player es inmejorable: Giang ha estado participando en los nosebleeds de Las Vegas durante años y su historia es, literalmente, el sueño americano vuelto realidad.
Por supuesto, con algunos tropiezos en el camino.
Chau Giang nació en Vietnam en 1955 y veintidós años más tarde, después de que terminara la Guerra de Vietnam, se preparaba para tomar un barco que lo llevaría a Estados Unidos, un país que en aquel momento se erguía como la tierra de las oportunidades. Había conseguido ahorrar siete onzas de oro para pagar por su viaje y, cubierto por la oscuridad (era ilegal dejar Vietnam sin permiso y peor aún hacia Estados Unidos), esperó el momento de partir mientras creía ver su tierra natal por última vez.
El camino no fue sencillo. Poco antes de que zarpara el barco, éste fue interceptado por las autoridades vietnamitas y Giang fue condenado a cinco meses de prisión por el delito de intentar dejar su país sin el permiso correspondiente. También le fue confiscado el oro que tenía para el viaje así que sabía que, al salir de la cárcel, tendría que empezar de nuevo y así lo hizo. Giang salió de prisión, consiguió un trabajo y ahorró por segunda ocasión para su travesía.
En su segunda oportunidad el problema llegó en otro país. El barco en el que viajaba consiguió zarpar sin problemas pero poco antes de llegar a Tailandia fue abordado por un grupo de piratas que despojaron sus tripulantes de todos los objetos de valor, agua y comida inclusive. Giang llegó a Tailandia con los bolsillos vacíos y sin amigos ni familiares que pudieran apoyarlo. Se destino fue un campo de refugiados donde esperó por varios meses hasta que un sponsor aceptó llevarlo a Estados Unidos y hacerse cargo de él.
Sus primeros meses en Estados Unidos no fueron sencillos. «No tenía trabajo, dinero o habilidades. Ni siquiera podía hablar o entender bien el idioma», rememoró Chang en una entrevista. Convencido, sin embargo, de lograr el sueño americano, pronto comenzó a trabajar en un restaurante chino y ahí su destino dio un giro radical cuando una mesera le preguntó: ¿Juegas al poker?
Giang no dudó. Durante su adolescencia en Vietnam había jugado una amplia variedad de modalidades de poker incluyendo, por supuesto, el ahora famoso Poker Chino. «Me encantaba apostar y en esos días (su adolescencia), apostar era bastante común», dijo Giang, «El poker estaba por todas partes en Vietnam y, como la mayoría de los chicos, lo jugábamos por monedas en cualquier esquina abandonada».
De pronto, Giang se encontró jugando en un club clandestino y perdiendo de forma regular su salario del restaurante en el 7-Card Stud, la modalidad popular de poker en Estados Unidos. A veces también se jugaba Omaha o Holdem u otras variantes que él no conocía. Poco después, Giang se mudó a Florida por un mejor trabajo pero su suerte en las partidas no mejoró y seguía siendo un jugador perdedor.
Pero si algo tenía Giang era perseverancia y no estaba dispuesto a darse por vencido fácilmente. Continuó yendo a las partidas, que además eran cada vez más caras, y no pasó más de un año cuando se dio cuenta que comenzaba a ganar con regularidad. En 1983, casi siete años después de su llegada a Estados Unidos, decidió dejar su trabajo y convertirse en un jugador profesional de poker.
De Chau Giang se cuentan historias increíbles, como son, en parte, la mayoría de los historias que involucran a grandes apostadores. Michael Craig escribió una vez que, en una ocasión, había una partida muy importante en el Bobbys Room del Bellagio y Giang era uno de las mayores ganadores. Cientos de miles de dólares, millones, eran sus ganancias en la mesa. Craig intentó hablar con Giang pero no tuvo éxito. Se fue y volvió al casino un par de días después. Cerca del poker room, fumando un cigarrillo, vio a Chang. «Nunca se fue», le dijo un amigo, «La partida continúa y él sigue aquí, ganando».
Craig no pudo extraer de Giang el tiempo exacto que había estado despierto jugando pero sí consiguió una declaración: «Podría dormir por días pero entonces estaría dormido cuando la partida terminara. Mientras ellos quieran seguir jugando, yo haré lo mismo».
Pero volvamos a Florida.
A Giang le tomó dos años para darse cuenta que había tomado la decisión correcta. Su confianza creció casi tan rápido como su bankroll y no pasó mucho tiempo para que surgiera en él el deseo de ir a Las Vegas, la meca mundial del juego. Al llegar a Las Vegas, Giang jugaba Limit Holdem $20/$40 y para 1990 estaba jugando de forma regular $100/$200 y recordaba con cariño su primer año como profesional cuando ganó cien mil dólares en las mesas.
En 1990 jugó su primer torneo en las World Series of Poker pero la primera victoria no llegó hasta tres años después en un evento de NL A-5 Draw. Dos meses más tarde ganó otro torneo y comenzó a recorrer el circuito de eventos en vivo de Estados Unidos. «Sin quererlo, había ganado un millón de dólares», escribió, «Créanlo o no, ahora era millonario. Estaba viviendo el sueño americano».
Era el momento. Con un millón de dólares en el bolsillo, Chau Giang sabía que había llegado la cita inevitable. En el Bellagio de Las Vegas estaban las leyendas de entonces: Doyle Brunson, Chip Reese, Bobby Baldwin. Las partidas eran altísimas, $2.000/$4.000, $4.000/$8.000 e inclusive $8.000/$16.000. Al principio, los sharks del Big Game recibieron a Giang con los brazos abiertos. Después, nadie podía conseguir que él dejara la mesa.
Otra historia. Chau fue uno de los integrantes del equipo de profesionales que disputó la legendaria partida de Limit Holdem contra el millonario Andy Beal. La partida de Heads-Up entre ambos era bastante rápida y, según parece, a veces para acelerar las cosas al momento de showdown simplemente anunciaban las cartas en lugar de mostrarlas. Beal, sin embargo, sólo lo hacía en caso de ser él quien tuviera que mostrar. Es decir, no mostraba nunca sus cartas a menos que las reglas así lo exigieran.
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En esta mano en particular, Beal está en modo raiser y Giang lo imita. Ambos se enfrentan en guerras de subidas y resubidas y al llegar al showdown, Giang le pregunta «¿Qué tienes?». As alto, responde Beal. As con qué, replica Giang. As dos, responde Beal pensando que perderá el gigantesco pozo a causa del kicker.
Giang, sin embargo, manda sus cartas al muck. «As-Dos es bueno», dice. Beal se da cuenta de lo que ocurre y sonríe. «Muy buena, Chau», es lo único que exclama antes de pasar a la siguiente mano.
Pero volvamos al Bellagio, donde un ansioso Chau Giang está a punto de jugar la partida más importante de su vida poniendo todo su dinero en la mesa.
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Esta es la primera parte del perfil de Chau Giang. La segunda parte se publicará el lunes 11 de marzo.