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Continúa la saga sobre de los procesos mentales a los que hay que poner atención para mejorar nuestro desempeño en las mesas… y en la vida. Ésta es la segunda parte y final de este tema –la primera la pueden leer acá– y en ella el profesor José Litvak da los toques finales a su interesante propuesta. ánimo
¿Usted conoce a alguien que tenga éxito en lo que hace si no está motivado para hacerlo? Nosotros no. Y, particularmente, en la práctica deportiva esto es fundamental.
La motivación es la fuerza que impulsa las acciones; es lo que determina en gran parte el resultado final, porque condiciona la medida en que utilizamos nuestras capacidades. En la estimulación influyen tanto factores de la personalidad como variables sociales y de pensamientos que, interrelacionados entre sí, conforman la motivación y aparece cuando una persona es evaluada, compite con otros o intenta lograr algún nivel de éxito.
¿Cuáles son los condicionamientos básicos que permiten el desarrollo de la motivación en el deporte?: la estabilidad emocional, el reconocimiento social, las perspectivas de futuro, el entorno de vida del deportista, la dedicación y un componente innato, la estimulación inconsciente de la conducta competitiva del ser humano.
Hay diversos motivos por los que se practica un determinado deporte, pero, básicamente, se pueden clasificar en internos (placer) y externos (paga). Quien tiene que competir por una recompensa (porque vive de ese dinero) puede ser controlado, sentirse presionado u obsesionarse por la necesidad de ganar, sustituyendo la diversión por la necesidad de éxito.
Pero la verdadera motivación que libera el potencial del ser humano, la valiosa, es la interna, aunque se trate de un profesional. Se trata del “hambre de gloria”. Todos conocemos infinidad de casos y experiencias y, probablemente, un buen ejemplo de esto sea el mostrado por Rocky Balboa.
Roberto “mano de piedra” Durán, el notable boxeador panameño, dijo que él no había sido el mejor pugilista, que en el gimnasio al que asistía había mejores, con más golpe o técnica superior, “pero yo llegué a campeón del mundo y ellos no”. Con esto, dejaba en evidencia la existencia de un factor algo difícil de definir, llámese alma de campeón, actitud ganadora, fortaleza mental, supremacía espiritual o temple de acero, actitudes que tienen tanta vigencia dentro del ring como fuera de éste.
Para Roger Federer, “El secreto es simplificar las cosas en la cabeza. Y hablarse a uno mismo de dar el 100% en cada punto. En momentos importantes de los partidos hay que usar las fortalezas propias para explotar las debilidades del rival”.
Trabajar la motivación es tarea propia, del entorno y de los psicólogos deportivos. Es un trabajo conjunto.
Garry Kasparov , múltiple campeón mundial de ajedrez, reflexionó sobre temas interesantes para el análisis de la mente de un jugador, en un deporte mental, fundamentalmente estratégico, como el ajedrez. Según explica, en los momentos críticos, los grandes competidores se diferencian del resto, quienes habitualmente se ven dominados por la neurosis.
A un jugador común, la presión lo bloquea y un verdadero campeón se agiganta en los momentos críticos. Los buenos son capaces de anticipar mentalmente los caminos posibles hacia un desenlace triunfal. El acento no está en la verdad última, sino en jugar contra el rival, conocerlo, y así poder prever sus movimientos y reacciones.
En situaciones de presión, los sentidos se ponen en alerta y en los momentos de calma tendemos a relajarnos y a descuidar los instintos necesarios para evaluar correctamente una situación. Al respecto, dijo, “Cada vez que repaso las partidas de los grandes campeones descubro que, bajo presión, eran más eficaces”.
La intuición, explica, “es como un músculo que debe ejercitarse. Y para dejarse guiar hay que tener confianza en uno mismo y aprender a fiarse de ella. Debemos aceptar la posibilidad de cometer errores, dado que son inevitables y es mejor prepararse psicológicamente e ir adaptándose a la idea de que alguna vez nos equivocaremos”.
“Hoy en día la información está al alcance de todos, e incluso una computadora puede ser programada con algoritmos matemáticos infinitos y acciones para ganar todas las partidas. Pero siempre habrá jugadas imposibles de automatizar, el poder mental es superior a la fuerza bruta del cálculo”.
Como corolario, salta a la vista la importancia de la psicología en un juego mental, en el que la creatividad, el coraje, la intuición y la capacidad de adaptación son atributos fundamentales.
Por José Litvak