Muchas veces leímos o escuchamos a alguien decir que en el poker todo lo que importa es el dinero, o en contrapartida que lo único que interesa es la gloria de la victoria. Tanto el logro deportivo como las ganancias de campeonar un torneo suelen ser los dos pilares de la noticia, pero son estas últimas las que más hacen eco en medios no especializados. Por eso es común observar en los jugadores que recién comienzan dudas del estilo, ¿puedo vivir de jugar poker?, o ¿en qué nivel debería jugar para poder retirar x dinero? En lugar de ¿qué debo hacer para ganar? Desde mi punto de vista, el dinero no debería ser tomado en cuenta a la hora de sumergirse en la actividad y en este artículo intentaré explicar por qué.

Hay dos principales motivos por los que el dinero no debería ser nuestro foco a la hora de fortalecer nuestro interés por el poker. El primero es que la competitividad de la escena creció durante años y los jugadores dentro del ecosistema son cada vez mejores. El segundo es que el proceso de aprendizaje suele ser largo. Ambos pueden convertir las primeras experiencias en algo muy frustrante si lo que esperamos es percibir resultados económicos. Lo curioso es que, si tomáramos el mismo planteo y lo aplicáramos a otros deportes, como el tenis o el fútbol, los motivos serían igual de válidos.

Si bien el poker nunca fue aceptado como un deporte olímpico, la Federación Internacional de Poker (IFP) es un miembro provisional en calidad de observador en la Asociación Internacional de Deportes Mentales (IMSA) y en algunos países es incluso considerado como tal, lo que le permite ser practicado fuera de los casinos. Esto no es una simple casualidad y la razón es sencilla: en el poker, como en todo tipo de deportes, la habilidad de los jugadores es un factor determinante de cara a los resultados finales. Esto es un hecho y debería ser cuestión de tiempo que se aceptara de manera global.

De esta manera, pensar en el dinero como objetivo principal pone a un lado aquello en lo que deberíamos estar pensando en todo momento: jugar mejor que nuestros rivales. Si en verdad queremos tener éxito como jugadores el foco debe estar en el esfuerzo, como sucede cuando uno quiere dedicarse profesionalmente a cualquier actividad competitiva. Si pudiéramos quitar del cuadro a la varianza, lo único que nos separaría de nuestras posibles ganancias es el entrenamiento y la constancia. Pero aunque suene sencillo, para sostenerse a lo largo del tiempo estos últimos deben ser alimentados por un hambre que va más allá de lo económico y cimentarse en algo tan irremplazable como la pasión. Es muy difícil despertar un interés nuevo si no entra en juego esa chispa que nos da ganas de volver a hacer las cosas una y otra vez con la intención de mejorar.

Los jugadores de poker exitosos pueden ser muchos y muy diferentes entre sí, pero en general responden a ciertos puntos en común: son autocríticos, soportan pasar muchas horas en una única actividad y buscan superarse constantemente. Buscan minimizar los errores y perfeccionar su performance con la intención de no encontrarse en situaciones fuera de control. Son apasionados por lo que hacen, dentro y fuera de las mesas. Es normal incluso verlos tomar giros gigantescos en sus carreras, simplemente porque la pasión que sentían por lo que hacen se presenta ahora en otro ambiente y no pueden evitar perseguirla. El dinero será, indiscutiblemente, una consecuencia de mantenerse en la senda correcta.

Tal vez para algunos sea más sencillo pensar la propia carrera como un trampolín hacia ciertas cifras y ese sea el motor que los empuje a mantenerse afilado en las mesas. Otros tantos se basarán en la necesidad de medirse en igualdad de condiciones en las partidas de la talla más alta, hasta que no quede desafío por delante. Sin embargo, todos ellos tendrán éxito si lo que se proponen es cosechar los resultados como consecuencia del proceso que conlleva convertirse en un gran jugador. Y con el éxito vendrá el dinero, por lo que también aplica el siguiente consejo: nunca olvides lo bien que la pasabas durante tus primeras partidas. Frente a errores y aciertos, nunca hay que dejar de sentir pasión por lo que haces.

Por: Hoozh

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