El más enfermo del mundo

El evento en Mohegan Sun del North American Poker Tour, un circuito ya fallecido, es mayormente recordado por la victoria de Vanessa Selbst, en aquel entonces flamante Team Pro de la sala. Pero un par de días antes del triunfo de Selbst, hubo un hombre que se llevó todo el protagonismo en los primeros niveles del torneo por simplemente pronunciar la palabra “Call”.

“Eres el hombre más sick del mundo”, fue lo único que atinó a decir uno de sus compañeros de mesa cuando la mano había terminado. El elogio iba dirigido a Faraz “The Toilet” Jaka que comenzaba a apilar sus nuevas fichas fruto de haber realizado un pago con nueve alto en el river. Su rival, que ya iba de camino a la salida del poker room, había intentado robar el pozo con un proyecto de escalera fallido y sólo acusó ocho alto, insuficiente para ganar la mano.

El hombre apodado “El Inodoro” había nuevamente vuelto a hacer de las suyas. “Mi juego es mucho menos ortodoxo que el de la mayoría de los jugadores”, habría dicho en una entrevista días después. Eso, sin duda, había quedado claro.

Un verano fugaz

Faraz Jaka llegó al mundo del poker online con la misma energía con la que encaraba los home games en los que se había ganado el apodo “El Inodoro” por su afición a jugar cualquier par de cartas en suit. Sin negar sus orígenes, Jaka, en aquel momento un joven de sólo veinte años, se entregó día y noche al poker online con la visión de ganar un millón de dólares al año.

A sólo meses de comenzar su carrera universitaria, Jaka tomó su bankroll de $10.000 dólares, y se enfrascó en largas batallas contra los reyes de esa época. Click tras click, beat tras beat, Faraz vio como sus incursiones a los High Stakes eran recompensados y tras una semana de aventura su cajero se acercaba a los $175.000 dólares.

En la cima del mundo, Jaka compaginó sus shoots en el mundo online con excursiones a Las Vegas donde hizo del Bellagio su oficina. Sin embargo, la varianza empezó a hacer de las suyas su bankroll oscilaba más que un barco en plena tormenta hasta que finalmente llegó la catástrofe en el mundo online: cero dólares en la cuenta. Jaka respiró profundo, reflexionó y se propuso volver a intentarlo.

Sin embargo, las cosas no fueron fáciles. Jaka había perdido la totalidad de su bankroll e intentaba recuperarlo pidiendo préstamos a sus amigos y tomando parte en las partidas más altas que se pudiera permitir. Con varios fallos a sus espaldas y una depresión que crecía cada día, tomó el consejo de un orientador vocacional y decidió tomar un receso escolar de seis meses para concentrarse en las tareas en las que era bueno y disfrutaba. “En el secundario era bueno para el básquetbol y me gustaba escribir poesía y letras de canciones así que volví a hacerlo”, dijo en una entrevista, “Este proceso me sirvió para sentirme bien conmigo mismo de nueva cuenta”.

Una segunda oportunidad

Cuando Jaka estuvo listo para volver a intentarlo un amigo le recomendó simplemente probar los torneos de buy-in bajos y los Sit&Go. Sin darse cuenta, la modalidad lo atrapó y pronto estaba estudiando y jugando para corregir sus errores mientras explotaba lo que, según ha dicho innumerables veces, es su talento natural: comprender la dinámica de la partida.

Su dedicación comenzó a rendir frutos a mitad del 2007 cuando, en un periodo de seis semanas, logró premios por $140.000 dólares y para finales del año tenía más de medio millón de dólares en ganancias. La época de bancarrota había quedado atrás y el nuevo Jaka estaba decidido a no volver a pasar por lo mismo mientras saboreaba su regreso. Pero, lo que no se imaginaba, era que lo mejor aún faltaba por llegar.

El 2008 lo recibió con su primera, y hasta ahora única, victoria en la escena del poker en vivo. En el marco del LA Poker Classic, ganó un torneo paralelo de $1.000 dólares y $104.000 fueron directo a su cuenta pero lo más importante de todo es que con ello nació su pasión por los torneos en vivo. Desde entonces, ha jugado en múltiples circuitos y su imagen es conocida en todo el mundo pokeril: las camisas coloridas, los sombreros extravagantes y la enorme pila de fichas es la trinidad que identifica a Faraz Jaka.

Desde la cima con traje y sombrero

El vestuario de Faraz Jaka es tan impredecible como su juego. Desde aquella victoria en Los Angeles, ha aparecido vistiendo desde un traje negro y corbata hasta un con chaleco con boina pasando por camisas con extravagantes motivos y colores chillones hasta su ya clásico chullo, un gorro con orejeras tejido en lana de alpaca típico de la región andina.

“La manera en la que me visto es similar a la manera en la que juego”, dijo alguna vez en una entrevista, “Puedo estar vestido de forma colorida o muy elegante. Nunca vas a saber cómo me voy a comportar en un día determinado”. El objetivo parece claro: Dejar perplejos a sus rivales. Y lo logra con facilidad.

Si bien Jaka no ha tenido más triunfos en torneos en vivo, sus resultados son envidiables. En el 2009 terminó tercero en el evento 6-Max $5.000 de las WSOP y en 2010 fue protagonista de múltiples mesas finales en el World Poker Tour y sufrió hasta el final para conseguir el título de Jugador del Año del circuito. La hazaña tuvo mucho mérito pues fue el primer jugador en conseguir ese honor sin haber logrado una victoria.

En términos monetarios, Faraz no puede quejarse. Alrededor del mundo ha ganado casi $3.5 millones de dólares y los tiempos de inestabilidad han quedado atrás. Con la cabeza más ordenada, ha sabido llevar su éxito fuera de las mesas de poker y es fundador de una empresa en San Jose, California dedicada a los casterboards.

De manera sorprendente, en una ocasión Faraz afirmó: “Siempre me considere un empresario primero y después un jugador de poker. Me he asegurado de ponerme en una posición financiera bastante segura”.

Pero la carrera de Jaka parece no tener techo. Reconoce que perder los $175.000 dólares en sus inicios fue lo mejor que le ocurrió en su vida pues le permitió aprender de sus errores y reconocer que la felicidad no es proporcional a sus resultados en el poker.

“Sin embargo”, dijo con una sonrisa, “No estaré satisfecho hasta que tenga mi gran victoria en las mesas y posea una empresa multimillonaria. Y si resulta que estos objetivos cambian con el tiempo, será sencillamente porque querré un poco más”.