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Consejos para derrotar al maniático de la mesa
Aprende a identificar sus patrones y convertir su estilo en una ventaja estratégica.
Carlos Mortensen es el orgullo del poker español. Es el único hispanohablante que ha ganado el Main Event de la World Series of Poker y además ostenta también el título del World Poker Tour Championship, el torneo más importante de ese circuito. Mortensen se define como un espíritu libre y en las mesas es reconocido por su agresividad y su peculiar manera de apilar las fichas que consigue.
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Pero antes de sus triunfos, sus éxitos, Las Vegas y Madrid, todo empezó en Ecuador.
Aunque Mortensen se considera español por tener la residencia en Madrid desde los dieciocho años, hasta esas edad vivió en Ambato, Ecuador, su ciudad natal. Descendiente de madre ibérica y padre danés, es el quinto de seis hermanos y pasó con ellos su infancia en una granja de Ecuador, aunque siempre se consideró el más independiente de todo el clan. Mortensen tenía muchos sueños y uno de ellos era ser piloto pero su desempeño académico no lo ayudaba mucho. «Era un poco perezoso para estudiar y no me interesaba mucho la escuela», dijo en una ocasión.
Cuando cumplió la mayoría de edad, Mortensen decidió buscar nuevos horizontes y se estableció en Madrid, ciudad donde ejerció muchos trabajos y donde conocería a las personas que le enseñarían sus primeras cátedras de poker. En sus primeros años en la capital española, sin embargo, Carlos llegó a trabajar de forma simultánea como pizzero, camarero o vendedor de artículos de cuero.
Su inicio en el poker es muy conocido. Conoció el Texas Holdem mientras trabajaba de camarero en salón de juego en la calle Montera de Madrid. Allí además de trabajar, solía jugar al ajedrez y al billar y sus habilidades en ambos juegos le permitían tener algún ingreso extra, algo que no le venía mal con 25 años y una vida por delante. En ese local conoció a Gonzalo García Pelayo, el mítico fundador del Clan Pelayo conocido por su sistema para ganar a la ruleta, quien sería un apoyo fundamental en el futuro de Mortensen como jugador.
[do action=»epigrafe» epigrafe=»De músicos, poetas y Pelayos todos tenemos un poco» medida=»t560px» align=»centrado»/]
Un día, Mortensen se interesó por la partida y se sentó con $100 esperando lo mejor. «Pensé que $100 durarían un par de horas», recordó. Su primera sesión no fue lo que esperaba y terminó perdiendo todo su dinero pero había encontrado una nueva pasión: «La noche después de mi primera partida no podía dormir. Seguía pensando en el juego, en cómo funcionaba, en cómo podría haber jugado mis manos diferente o hasta cómo habría podido ganar más».
Las reflexiones nocturnas dieron sus frutos y al día siguiente Carlos recuperó los $100 que había perdido y un poco más. Mortensen ganó cuatro días consecutivos y eso fue suficiente para transmitirle confianza: «No sabía que había personas que vivían de esto pero yo sentía que era muy bueno».
Corre el rumor de que en un punto nadie quería jugar contra Mortensen. Sin embargo, él mismo se encargó de aclararlo en una entrevista de hace un par de años: «Hay algo de verdad en eso, pero en general lo que les gusta a todos es jugar y romper con esos mitos. Están dispuestos a jugársela contigo.».
Fue García-Pelayo quien animó a Carlos a intentar perseguir una carrera como jugador profesional de poker. «Me dijo que tenía buenas habilidades y que si trabaja lo suficiente podía ganarme la vida con esto», declaró Mortensen. Un día, García-Pelayo le mostró un artículo sobre la victoria de Stu Ungar en el Main Event de la WSOP de 1997 y Mortensen quedó impresionado: «En Estados Unidos no solo había gente viviendo de esto sino además ganando mucho dinero. Mi carrera empezó justó ahí».
Sin embargo, Mortensen se topó con un problema: su partida habitual no crecía. Eran más o menos siempre los mismos veinte jugadores y la casa se llevaba mucho dinero en rake. Tuvo que tomar una decisión.
En 1997, con una mochila al hombro y con lo básico de inglés, Carlos llegó a Atlantic City dispuesto a perseguir su sueño americano.
Carlos Mortensen encontró en Estados Unidos la Meca del Poker, el lugar donde siempre había querido estar. No sabía que un par de años después de su primer viaje comenzaría su consagración tras un par de comienzos poco afortunados. Mortensen aterrizó por primera vez en Estados Unidos en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York con $2.800 dólares en el bolsillo y la firme decisión de ganar en Atlantic City.
Más pronto que tarde se encontró con su primer problema: la mayoría de los hoteles cobraban entre $150 y $250 por noche y, puesto que su estadía sería de quince días, no podía permitirselos. Finalmente encontró un lugar por $22 dólares la noche y entonces llegó a su primera partida profesional: $2-$4 Limit en el Casino Tropicana.
Su experiencia no fue positiva. En la primera hora había perdido $475 dólares y se dio cuenta que no se estaba adaptando a la mesa correctamente. Aprovechó su desconocimiento del idioma para simplemente concentrarse en observar a sus rivales y dos semanas después, antes de volver a Madrid, ya jugaba las partidas de $15/$30 y tenía un bankroll de $10.000 dólares.
Mortensen volvió a ser regular de las partidas organizadas por García-Pelayo pero ese mismo año volvió a hacer un segundo viaje a Estados Unidos, esta vez con destino a Las Vegas. En esa ocasión simplemente logró salir tablas y salvar los gastos de viaje y estadía pero llegó a jugar hasta Limit Holdem $30/$60 en el Mirage y el legendario Horseshoe Casino, donde se llevaba a cabo la WSOP.
En 1999 Carlos volvió a Las Vegas pero esta vez con el objetivo de jugar el Evento Principal de la WSOP. Sus compañeros de juego en Madrid habían colaborado con una parte del buy-in y Mortensen fue en su representación, aunque no pudo llevarles alegría pues no entró en cobros en el torneo. Sin embargo, tuvo éxito en las mesas de cash de Las Vegas y Los Angeles.
En el 2000 Carlos se aficionó a los viajes y a los torneos. Fue y volvió a Estados Unidos en varias ocasiones, incluyendo el verano para la WSOP, e incluso hizo una mesa final en el evento #31 de las series que le reportó $22.575 dólares. La confianza en su juego era enorme pues también tenía buenos resultados en las mesas de cash en Europa donde el PL Omaha era la modalidad favorita.
Al año siguiente, en 2001, Carlos hizo su ya tradicional perigrinaje a Las Vegas en verano pero no podía imaginarse lo que estaba por vivir.
Esta es la primera parte del perfil de Juan Carlos Mortensen. La segunda y última parte se publicará el próximo lunes 27 de mayo.