BRAZILIAN SERIES OF POKER
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En tres eventos del BSOP Millions la celeste y blanca copa los primeros puestos… porque la alegría no es solo brasileña en San Pablo.
A la vieja usanza de los árbitros de fútbol, los directores de piso del poker, también suelen vestirse de negro. El colorido carnaval de los paños, parece tenerlos como unos invitados que deben permanecer ajenos a la escena principal del espectáculo. De hecho, sus intervenciones, como las de la mayoría de los jueces en cualquier confrontación deportiva, con frecuencia son temidas o indeseadas. Tal vez por eso se fajan con un color neutro, que los haga lo menos llamativos posible cuando acuden a la voz del dealer que requiere su presencia para solucionar alguna eventualidad registrada en la mesa.
Sin embargo, cuando no están ejerciendo su función principal como administradores de autoridad, los directores también son especies de confidentes de los jugadores. Comprenden sus sufrimientos, porque como ellos también juegan la partida. Se apuestan con las cartas que alcanzan a ver de reojo en manos de alguno de esos competidores a los que les han tomado simpatía, por su cercanía o por lo que han compartido con ellos al verlos de torneo en torneo.
Entre los muchos jefes de piso que se mueven por estos días en las mesas del Sortis Hotel, Spa & Casino, donde se juega el Championship Panamá 2017, pudimos conocer un poco mejor a los ticos Carmen Araya y Reyner Rodríguez , al igual que a Samir Zein , del país de la samba. Ellos se adelantaron al inicio de esta parada del nuevo circuito mundial del poker, para encargarse también del juzgamiento en el Jackie’s Poker Tour.
En su trabajo no necesitan los gestos robóticos y solemnes de otros, que se pasan de histriónicos con el pito en la boca. Al contrario, pueden pasearse por la sala, con ánimo para charlar, pero al igual que los otros jueces, pendientes de la cancha, ellos miran con atención las jugadas sobre el verde de los paños. Su concentración en los momentos cruciales, la mirada fija y el interés con el que verifican el correcto pago de los pozos, hasta hacen pensar que más que una presencia neutral en el juego, su papel se convirtiera, por momentos, en el de coprotagonistas del show del poker. ¿No les entrarán ganas de tener fichas en la mesa y jugarse también sus mejores cartas?
Y es que vibran también con el poker, no cabe duda; con la tensión de todos y la frustración y la euforia que se levantan en las mesas, a medida que aparecen perdedores y ganadores. Pero alguien entre quienes siguen ansiosos los vuelcos de los stacks con cada mano hasta la definición del título, tiene que tener tan claras las reglas como para mantener el control si pasa algo que salga de lo pensado por todos. Entre los que participan del juego, los jefes de piso son los únicos que están presentes desde el primero hasta el último día del torneo y su labor es casi invisible cuando aciertan, pero siempre serán los villanos si llegan a fallar al tomar alguna decisión.
Carmen Araya no tenía nada qué ver como autoridad en las mesas aquella vez que tuvo que salir corriendo de un casino en Panamá, hace ya varios años. Estaba en juego la clasificación para un torneo con un pozo de un millón de dólares garantizados cuando, avanzada aquella competencia, cinco jugadores dijeron all in con diferentes stacks y el dealer, desprevenidamente tomó todas las fichas y las juntó sobre el paño.
“Yo estoy libre; esta bronca no me la como”, fue lo primero que pensó cuando todos los jugadores se levantaron gritando, agitados, y la concurrencia en pleno, incluido el gerente del casino, volteó a verla. Entonces solo salió disparada, como correcaminos que ve al coyote, antes de que nadie alcanzara a pedirle siquiera su opinión: “A la fecha no sé qué hicieron para solucionar. No quería por nada del mundo quedarme resolviéndolo”, se ríe al contarlo.
Carmen tiene 16 años de trabajar en poker. Empezó cuando solo había una sala de juego en Costa Rica. Entonces tenía mucha acción en cash games y muchos torneos. Su primer gran evento internacional fue una parada del World Poker Tour (WPT), justo la última vez que la competencia se realizó en su país. “Tuve como maestros a los mejores, entre ellos Fernando Obando , que para mí es el mejor en Latinoamérica y nos enseñó muchísimo. También ha sido muy importante en mi aprendizaje la presencia de Samir Zein. Hemos tenido la oportunidad de andar por todo lado y estar presentes en muchos eventos”, cuenta.
Samir Zein está en la industria del poker desde hace nueve años. Empezó como dealer, en Brasil, pero duró solo seis o siete meses en ese oficio, porque, al poco tiempo, comenzó como supervisor en torneos pequeños, en el interior del país. Después fue invitado para trabajar en el campeonato brasileño de poker (Brazilian Series of Poker —BSOP), que hoy se ha convertido en el segundo más grande del mundo, después de las World Series of Poker —WSOP (serie mundial disputada en Las Vegas). En la actualidad es el director general de las BSOP y desde hace cuatro años es llamado por PokerStars para todos sus torneos en Latinoamérica y muchos en Estados Unidos. Fue el director de la Copa América de Poker el año pasado.
“Como en mi país no hay casinos, los lugares en los que se juega se dedican exclusivamente al poker. Además, el poker es una actividad bastante nueva en Brasil. Se viene jugando hace unos 10 u 11 años. Al convertirse en deporte, el poker está creciendo cada vez más”, cuenta.
Samir también tiene sus anécdotas en medio del juego: “En mi primer año como director en un torneo en el interior de Brasil me fui a anunciarle a un jugador que le correspondía cambiar de mesa. En ese entonces, en mi país acostumbrábamos cambiar al que estaba situado en la primera posición después de los blinds (UTG). Yo me acerqué a la persona a la que le correspondía trasladarse de mesa y le pregunté: ¿usted es UTG? Él me miró muy extrañado y luego de un silencio respondió —No, no. Yo soy Roberto, ningún UTG—”.
El costarricense Reyner Rodríguez también aprendió su oficio en el poker a través de Fernando Obando, hace ya 17 años. República Dominicana, Perú y las Bahamas vienen a su mente entre los países que ha recorrido en torneos; además Colombia, de donde recuerda especialmente la ciudad de Medellín, y Panamá. “En general, cada viaje es un aprendizaje”, opina.
“Me encanta lo que hago —dice—. Es un trabajo en el que nunca se termina de aprender, realmente. Igual, agradezco a todas las personas que depositan en nosotros su confianza, en una actividad en la que hacer eso, implica prácticamente poner en nuestras manos su dinero. Es gracias a los jugadores, y a su esfuerzo por demostrar su astucia y habilidad en este juego, que podemos tener este trabajo tan apasionante, así que esta entrevista es una buena oportunidad de enviar saludos a todos y a mi familia también. A mi hijo, que lo amo y lo extraño”.
A Samir Zein ya no le quedan muchas ganas de jugar, por lo menos no en grandes torneos: “Para mí el trabajo es trabajo. Me gusta jugar muy de vez en cuando, pero en una partida casera, quizá, con amigos. No pienso en jugar en grandes torneos de poker, durante varios días. Lo hice antes, pero ahora no más. El poker me sigue apasionando, pero ya solo para trabajar. Si es en mi trabajo, no me importa si el torneo se extiende por 20 días o un mes. Pero pensar en pasar ese mismo tiempo jugando, ya no me atrae más”, responde.
Carmen Araya sí se muere por un lugar en la mesa: “A mí sí me encanta jugar”, dice. “Me encanta ligar mis cartas, ver manos fuertes, levantar un par de ases. Que todos digan all in y yo tenga la mejor mano para enfrentarlos —bromea—. Me gusta mucho jugar, tanto en torneos como en cash games. Creo que eso me ha ayudado mucho a entender a los jugadores, porque puedo pensar como ellos, ya que juego cada vez que puedo”.
Pero, cuando se refiere al trabajo en el poker reconoce su prioridad. “Amo estar en el centro de la mesa, repartiendo cartas, si me corresponde hacerlo. Me gusta hacer las cosas de la mejor manera, como muestra de respeto al dinero y al tiempo del jugador. Me fascina ver el juego y amo el poker. El poker es mi vida. Las mejores experiencias de mi vida, después de lo que ha significado para mí tener mis hijos, las he vivido entorno al poker”, concluye.
“Me gusta ver la adrenalina en las caras de los jugadores, ver sus rostros de euforia o de frustración, las gotas de sudor, el temblor por la tensión, las palpitaciones. Eso lo viví como dealer y ahora lo disfruto también, parado a un costado de la mesa, incluso observando también al mismo dealer y sabiendo lo que él está pensando. He jugado un par de torneos, en los que básicamente he hecho el ridículo. Aun así, lo disfruté y fue bastante divertido”, se ríe Reyner Rodríguez.
La misma adrenalina la ha sentido alguna vez el tico, con las fichas entre sus manos, aunque nunca jugó a niveles tan altos como los que se dan en los torneos en los que suele trabajar: “Fue algo que me permitió entender un poco mejor el comportamiento de los jugadores. Saber por qué se enojan, por qué gritan, por qué tiran en algún momento sus cartas, con rabia o decepción. Lo importante es que si eso pasa, pues para eso está Samir”, sonríe. Aunque le parece divertidísimo el poker, ha concluido que, en lo personal, no es muy compatible con los juegos de casino o de azar.
Aunque actúen como jueces, son personas, no son infalibles. Hace poco Reyner tuvo que tomar una decisión en medio del juego y le llovieron críticas hasta por las redes sociales. Consultando a Fernando Obando, a Samir, al director de PokerStars en Latinoamérica, Mike Ward , todos estuvieron de acuerdo en que se había equivocado. Aun así, a pesar de su error, tuvo el respaldo de los organizadores del torneo. Si había decidido pensando que hacía lo correcto, podía estar tranquilo.
Pero si en algo coinciden los tres es en haber visto mucho en el poker; aún más que juego: “He llegado a ver hasta que a un señor en la mesa se le caiga su caja de dientes de la boca, al vaso en el que tenía servido un trago. Recuerdo que el licor incluso pringó la mesa al caer, porque el señor hablaba mientras tomaba y jugaba, y ahí nos dejó, viéndole peladas las encías”, se ríe Carmen.
“Realmente pasan muchas cosas en tantos torneos”, dice Reyner. Una vez, en República Dominicana, le tocó repartir cartas en una mesa bastante cara de Omaha. “Tuve que pagar un pozo de casi 800.000 dólares. El tipo que se lo gana, me vuelve a ver después y ¡me da un dólar de propina! ¡Un dólar luego de un pozo de 800.000 dólares!”, se ríe también.
“Yo recibí el dólar y créanme que de verdad lo agradecí, pero fue bastante frustrante. Era inevitable que uno pensara algo que se define en palabras para las que cada uno puede hacer la conversión a las que se deben usar en sus respectivos países —se ríe a carcajadas—. Con lo que ganó en esa mano, el personaje podría comprar una casa, un carro, hacer casi una vida nueva. Y para mí, pues… bueno ¡quedó un dólar!”.
Samir prefiere anotar que le encanta trabajar en el Sortis, como en estos días que se juntaron dos grandes torneos en Panamá: “Tengo acá una de las mejores experiencias y esta vez estoy con uno de los mejores equipos, con Carmen y Reyner, que son mis brazos derecho e izquierdo, y hasta mis piernas también —comenta en tono distendido—. Siempre he pensado que es muy bueno trabajar con ellos. Mi trabajo me permite compartir experiencias con personas de todo el mundo. De Estados Unidos, Europa, de la Serie Mundial y eso me encanta, me permite aprender y estar cerca de muchos amigos, algo que pienso que es muy bueno”, concluye.