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Alojamiento, traslados y todo lo que hay que saber del CDP Lima 2024
El Circuito Dorado de Poker cerrará el año con un torneo histórico que garantiza 1.420.000 soles en premios.
Mar de Ajó es una joven ciudad que mira de frente al mar, situada en el Partido de la Costa, en la provincia de Buenos Aires. Para ir de allí a la capital argentina, o viceversa, hay que recorrer tantos kilómetros como hojas tienen que caer de un calendario para completar un año: 365. Esa cifra le da algo de encanto, de enigma, al viejo puerto de Mar de Ajó. Hay allí un cementerio de barcos, del que se desprenden toda serie de leyendas: relatos de piratería o de grandes proezas marinas, quizá de algún timonel que extravió su rumbo o de algún marino que enloqueció de amor por una sirena, qué sé yo.
En el cruce de todas esas historias, vive hace un par de años Rodrigo “sonmonedas” Pérez ; un estratega que conduce a diario su propia nave hacia la realización de sueños que requieren atravesar océanos aún más insondables que los que revientan haciéndose espuma en las playas. Pérez navega entre la caprichosa marea de la varianza, con la sapiencia de un viejo timonel, pero también con la fuerza de un joven marino, que quiere tragarse el mundo en sus primeras excursiones. Y es que el destino parece haberlo elegido para bautizarlo de gloria en las rudas aguas de la competencia mental, en las que se sumerge hace ya cuatro años, desde que conoció el poker.
El destino y sus caprichos, quisieron que Rodrigo tuviera que alejarse del bullicio de la capital en alguna afortunada coincidencia de su vida, para ir hasta Mar de Ajó a adquirir un saber. No fue una búsqueda a propósito, ni orientada por el trémulo cantar de las sirenas. En medio de su cotidiano vivir, el que es hoy el “Capitán” Pérez, fue un aprendiz que se cruzó, entre los mitos tejidos entorno a barcos que encallaron o se cansaron de navegar, con la leyenda de un juego de fichas y baraja que permitiría a las mentes más ágiles hacerse un lugar en el mundo. Quizá sin saberlo aún, sin reconocer su carácter de iluminado, Rodrigo llegó un buen día a la sede del festival musical gratuito “Rock y Arena” para conocer el poker lejos de su principal foco de acción, en el agite de la Capital Federal:
“Conocí el juego en una partida con mis amigos en Mar de Ajó. A partir de ahí me apasioné por el poker desde el primer momento. Me enteré de que había torneos en Puerto Madero . Después de un tiempo de práctica, familiarizándome con las apuestas y las combinaciones de la baraja, me clasifiqué para una de esas competencias y ahora puedo decir que el primer torneo de poker que jugué en mi vida fue un Second Chance en Puerto Madero, en 2011, y que lo gané”, cuenta Rodrigo entre risas, con un desparpajo que lo acompañó durante casi todo el diálogo que sostuvimos.
Para Pérez, ese primer triunfo fue más obra de la suerte en principio, que de un real talento innato para la práctica del poker. Sin embargo, la historia no deja de estar cubierta de ese manto de embrujo que se desprende de los relatos que viajan con las olas hacia las orillas del llamado Mar Argentino. De los amigos que le entregaron el saber iluminador para que se iniciara como competidor en el juego ciencia del siglo veintiuno, ninguno ha llegado a considerar siquiera el poker como una opción profesional. Podría pensarse que han aprendido a jugar con las fichas y la baraja, únicamente para que Rodrigo se los encontrara un día y le transmitieran el conocimiento y le abrieran los ojos para el viaje que, con intermitencias, emprendería desde entonces a bordo de sí mismo y cruzando las rutas del azar en pos de la materialización de sus sueños.
En ese entonces, Rodrigo era un hijo de familia, estudiante de la carrera de martillero público en la Universidad Católica Argentina (UCA): “Fatal error de mis papás, anotarme en una facultad que tenía el casino a algunas pocas cuadras”, comenta al respecto, medio en broma, medio en serio, como un juglar tanguero o algo así; aunque sus gustos musicales están lejanos a esa esfera y se mueven más en la onda electrónica: “Sigo desde hace unos 8 años al discjockey Hernán Cattaneo (uno de los más reconocidos de Argentina), y disfruto mucho asistir a esas fiestas con mis amigos”, cuenta más adelante cuando hablamos de las pasiones que complementan su amor por el poker.
Cuando ganó aquel primer trofeo en Puerto Madero, Rodrigo tal vez no alcanzaba a reconocer aun esa “segunda oportunidad” a la que se veía invitado en las mesas. Pasaría de pensar en rematar bienes muebles e inmuebles, patentes y/o semejantes, a cerrar torneos multitudinarios para cargar en sus naves tesoros que en otro momento le habrían sido inimaginables. Pero para eso tendría que pulir mucho sus errores de aprendiz:
“En mis inicios, imponía en las mesas un ‘estilo super sick’ que a veces se conjugaba con un ‘good run’ y me permitía llegar a premios. Realmente, hasta no hace mucho tiempo yo estaba muy pasado. Hacía movimientos muy agresivos y me apostaba 3 barriles de fichas en jugadas de bluff, sin sentido alguno. Hoy en día, gracias a mis conversaciones con amigos que he hecho por el poker, he llegado a replantearme las cosas y cambiar muchísimo mi estilo de juego”, se confiesa Rodrigo.
Ese premio inicial, de unos 40 mil pesos argentinos, le permitió a Rodrigo comprarse su primer auto propio, cuando andaba por los 22 pirulos de edad. Con ese sueño iluminador aún encendido, Pérez empezaría su trasegar por los paños para ir encontrando su ruta: “Después de mi primer triunfo me mantuve jugando online y cash en vivo en Puerto Madero. Logré hilar un par de cobros por 4 ó 5 mil dólares en ese 2011, gracias al juego virtual”, va tomando forma su relato. Cuando le pregunto si entre esos amigos iniciales que le dieron a conocer el poker hubo alguno que le sirviera como especie de guía, tutor o coach, contesta con una contundente sinceridad: “No. Aprendí a los golpes. ¡Y qué golpes!”, señala de nuevo entre risas.
Ante mi incredulidad respecto a esa ausencia de método de juego o de conceptos teóricos en sus inicios pokerísticos, Rodrigo se anima a redondear:
“No sabía absolutamente NADA de NADA. No tenía a los grandes amigos que tengo hoy, que son profesionales del poker y en Mar de Ajó nadie se dedica a esto, ni tiene los conceptos muy claros. Era literalmente un desastre”.
Un desastre que cobraba premios, eso sí, se me ocurre añadir. Pérez llegó al poker online guiado por su amigo Nahuel . Vaya nombre. Como si le hiciera falta otro elemento a la leyenda del que pasaría de ser el simple Rodrigo Pérez, estudiante de una facultad en la Pontificia UCA a convertirse en el mítico “sonmonedas”, nombre que adoptaría poco después, cuando empezó a incursionar en los paños de la sala de la pica roja:
“Mi amigo Nahuel vendía créditos para una página en pesos y ahí me enganché yo. Lógicamente, era perdedor en esa página. Poco después conocí PokerStars y fue amor a primera vista”, precisa nuestro entrevistado.
Bastó poco más de un año para que los cambios en la vida de Rodrigo implicaran asuntos mucho más trascendentes que las experiencias que venía viviendo en los paños: “En el 2012 me establecí en Mar de Ajó, por el nacimiento de Ámbar, mi primera hija, que hoy tiene 2 años y medio de edad”, continúa el héroe. Al alejarse de Buenos Aires , la posibilidad de practicar el poker en vivo se le complicó bastante a Pérez, por lo cual terminó volcando su potencial de lleno en los paños virtuales, jugando siempre torneos en PokerStars. Para ese entonces, Rodrigo ya había decidido apostar por su independencia personal y financiera, cambiando sus aspiraciones académicas por la búsqueda de un nuevo norte vital en las mesas:
“Había decidido dedicarme al poker desde que gané aquel torneo en Puerto Madero. Yo iba a la facultad por obligación y no me gustaba lo que hacía. Fue una decisión dura, más que nada por mis papás. La verdad, hasta hoy en día aún puedo decir que no es de su agrado que yo me dedique a esto. Pero desde muy joven fui más bien rebelde en ese sentido y me las arreglé para hacer siempre lo que quise. He ido comprendiendo con el tiempo que, en últimas, ellos son felices si me ven feliz a mí”, reflexiona el protagonista de nuestra leyenda.
Así llegó el mes de julio del 2012. Rodrigo fue encontrando señales de que algo grande estaba por dársele:
“Había tenido algunos cobros. Cuatro o cinco premios que no superaban los 5 mil dólares. Ya lo venía intentando en el Sunday Million y en algún momento logré runnearlo muy bien, llegando incluso a aproximarme bastante a las instancias finales. Un domingo cualquiera el camino se fue despejando. Avancé y avancé y todo se fue dando de una manera muy normal y repentinamente estaba entre los últimos cien competidores en acción en el torneo. Entré quinto a la mesa final y en esa misma posición me fui”, relata en tono bromista.
Esa excursión le reportó un botín por 45 mil dólares, suficientes para que su confianza en su proyecto fuera afianzándose, aunque al parecer ese ingreso no le resultó tan duradero como en principio se pensaría:
“Me acuerdo que bajé 40 mil dólares y dejé apenas 4 mil en mi cuenta. El dinero no duró mucho tiempo. Me gasté mucha plata en cosas que no debía (risas). ‘Vivía como millonario sin serlo’, le escuché decir una vez a mi amigo Iván ‘Negrin’ Luca «, rememora este apasionado hincha del Club Huracán , el popular Globito de Parque Patricios.
Aun así, Rodrigo siguió encadenando éxitos en las mesas y gracias a algunos cobros “no mayores a 8 mil dólares”, según él mismo lo reseña, pudo mantenerse a flote hasta entrar en el que ha sido hasta ahora el mejor año de su carrera en las mesas: el 2013. Para entonces, Pérez ya venía convirtiéndose en un jugador regular en el circuito. Ya salía en portales de poker. Fue ganando reconocimiento y poco a poco había ido construyendo un círculo de amigos en el mundo de los paños. Hoy en día ha logrado que la relación con colegas como Nico Betbese , Ezequiel Vásquez , Miky Lampro y Juampi Caione sea tan sólida como para considerarlos “grandes amigos del poker y de la vida”.
Ese 2013 se inició para Rodrigo con el triunfo en un torneo en vivo en Mar del Plata . La cercanía con otros jugadores de poker le ayudó a Pérez a ir depurando su juego:
“Hoy en día aun me hablo muy seguido con los mejores jugadores de Argentina , e incluso algunos de Sudamérica. Salgo a fiestas con ellos y hasta alguna vez hemos salido de vacaciones juntos. Con ellos se habla de poker casi todo el tiempo y eso me permite escuchar y absorber todo lo que ellos dicen. Son muy metódicos y estudiosos. Hoy en día chateo bastante con ‘Negrín’ (Iván Luca) , al que me atrevería a señalar como el número 1 de Sudámerica. Él me aconseja mucho en todos los aspectos de la vida. También sostengo diálogo con Richard Dubini , Mati Ruzzi , que también entran para mí entre los mejores del continente”, detalla “sonmonedas” cuando le pregunto por los jugadores que han influido en la definición de su estilo de juego.
Después de la victoria en Mar del Plata, Rodrigo consiguió encadenar una lluvia de resultados online. “Sonmonedas” , su nombre de marino en los paños virtuales, empezó a ser reconocido tras alcanzar una mesa final en el Sunday Rebuy, que le reportó un ingreso de 15 mil dólares. Unas semanas después, llegó de nuevo a la mesa final del mismo torneo, para ganarse otros 10 mil verdes. Pasaría apenas un mes para que Pérez llegara al quinto puesto en el Super Tuesday, quedándose con una recompensa de 31 mil americanos. A la semana siguiente vino un primer puesto en el 215 turbo para sumar otros 8 mil dólares: “Ese año tuve tantos buenos momentos, que no puedo recordarlos todos”, confiesa Rodrigo, con franqueza. El año aun le alcanzaría para cerrarlo con una nueva victoria en el circuito argentino de poker en Rosario , adjudicándose un premio de 280 mil pesos.
Al preguntarle qué motivos pudieron favorecer ese crecimiento tan vertiginoso en su juego, en un período de tiempo relativamente corto, Rodrigo va revelándonos mejor la esencia que reposa en su interior:
“En mi vida todo pasa por mi estado de ánimo. Cuando me tengo confianza, sé que puedo lograr cosas importantes; pero cuando estoy con el ánimo por el piso y la cabeza en otra cosa, todo lo que juego, lo pierdo”, analiza.
La bitácora del marino alcanza así el 2104. De nuevo una estación en Puerto Madero, en febrero de ese año, abre su calendario con un triunfo que le reporta 180 mil pesos como ganancia. Fue una temporada en la que bajó en gran parte su movimiento en los paños virtuales, casi que haciendo apenas lo justo para mantenerse. En agosto, Pérez logra adjudicarse un torneo High Roller, de nuevo en el mítico casino de Puerto Madero, con un premio de 160 mil pesos esta vez. Pero todo héroe solo conoce el valor de su saber cuando desciende a los infiernos para probarlo. A Rodrigo le correspondería hacerlo justo en esos meses finales del año pasado:
“Después del High Roller en Madero, tuve el peor downswing de mi carrera. Estaba en una situación personal poco agradable y eso me bajoneó mucho. Me di cuenta de que esas crisis solo pueden superarse por uno mismo. Me convencí de que tenía que salir adelante como fuera. Incluso, hace algunas semanas empecé terapia con un psicólogo para afrontar eso también”, relata Rodrigo como abriendo por completo las postales más íntimas de su historia.
Y como siempre, el héroe vuelve fortalecido del trance por las viñas que custodia Cancerbero. En esos meses en los que el éxito le fue esquivo, Rodrigo consiguió un saber indeleble en su memoria:
“Seguramente el éxito me había mareado bastante. Le había perdido el valor al dinero. Por decirlo de alguna manera simple, me sentía ‘Superman’. Hoy en día me siento muchísimo más maduro y vivir esa experiencia fue lo mejor que me pasó para aprender de mis errores, así que no estoy arrepentido de nada. Fue un tiempo de muchísimas enseñanzas”, reflexiona Pérez, cambiando el desparpajo inicial de la entrevista, por un tono de navegante sabio, paciente y recorrido.
Y obviamente ese conocimiento le generó una salida mágica y casi épica a esa mala racha de la que venimos hablando. Al preguntarle cuándo dio por concluida esa tormenta que lo tuvo a la deriva en su navegar, Rodrigo es contundente en afirmar: “Exactamente el lunes 16 de marzo de este año, cuando chopeé el Sunday Million”, sentencia de nuevo entre risas, volviendo al tono desprevenido del inicio.
Como es evidente, sería un desperdicio no aprovechar a nuestro entrevistado para que relate él mismo su aventura en esta última y prodigiosa excursión que marca el presente de su carrera. Le pido entonces a Rodrigo que nos entregue detalles de la aventura que lo llevó a quedarse con el quinto puesto del noveno aniversario del torneo más apetecido entre los Majors de PokerStars, adjudicándose una recompensa de algo más de 413 mil dólares, y el navegante “sonmonedas” no tarda en abrir de nuevo su bitácora para encaminarnos por la ruta que recorrió hacia ese gran tesoro:
“En principio estaba decidido a no jugar este torneo. Me fui el viernes anterior a Buenos Aires , para una fiesta y el sábado tenía otra con uno de mis dj’s preferidos. El sábado me levanté en Buenos Aires y puedo jurar que soñé con ese torneo. Cancelé la fiesta del sábado. Agarré el auto y me volví a Mar de Ajó. Descansé bien y el domingo le metí pilas a lo que venía.
Después de una hora jugando, quedé con apenas 3 mil fichas, que eran algo así como 10 ciegas. El 75% del tiempo que duró el torneo, estuve en condición de shortstack. Recuerdo una mano en la que estuve en riesgo de ser eliminado, en la que me juego mi stack con -kx- -qx- y me paga -ax- -kx-. En el river consigo la dama que me mantiene en juego. Eso fue quedando 300 jugadores, aproximadamente. Recién tuve un respiro en el que me acomodé un poco cuando quedábamos unos 50 jugadores activos. Pero también volví a caerme después. Estuve gran parte del torneo con 11 ciegas, literalmente. Tuve que apelar a todo lo que sé respecto a cómo jugar short y manejar en todo momento la teoría del ‘push or fold’.
Después gané los flips y las manos en las que aposté ganando, las pude terminar con el pozo en mi poder. En mesa final, estando segundo, cometí un error terrible que me privó de algunos cientos de miles de dólares más. Abro -6x- -4x- desde el cut off y la ciega menor, un jugador muy agresivo, hace un 3bet. Decido hacer 4bet y él me 5beteó all in. Foldeé y perdí gran parte de mi stack en ese bluff, lo que me condicionó muchísimo a la hora del deal”, reconstruye su viaje el iluminado de Mar de Ajó.
Al preguntarle qué significación tuvo para él este cobro, Rodrigo no duda en afirmar: “Es el empujón que necesita cualquier jugador de poker. Pienso que estoy en un sueño y que conseguí la recompensa al sacrificio de intentarlo”. Me animo entonces a preguntarle también por el significado del poker para él en general y Pérez sigue hablando con apertura:
“El poker es muy importante en mi vida. Lo tomo como un trabajo en el que si hago las cosas bien puedo vivir una buena vida y que me posibilita pasar mucho tiempo con mis hijos; algo que cualquier otro trabajo no me permitiría. También agradezco al poker los grandes amigos que me ha dado”, sentencia.
Y es que más allá de sus éxitos, y sus recompensas deportivas, Rodrigo sabe que el mayor tesoro que se le ha confiado en la vida, son los dos hijos a los que apenas empieza a ver crecer. Ámbar, de 2 años y medio, y Augusto, de unos 18 meses de edad, son la razón de ser de cada esfuerzo del estratega nacido en el barrio Pompeya de la Capital Federal . Aunque están separados hace dos años, Pérez conserva una buena relación con la madre de sus hijos y está muy a gusto de haberla elegido para acompañarlo en la orientación de esas nuevas vidas.
Ya en un campo más personal, Rodrigo seguirá alternando el poker con su gusto por el Club Atlético Huracán y mantendrá sus oídos atentos a los beats de Hernán Cattaneo y de la música electrónica en general, disfrutando las fiestas de ese estilo, en las que comparte con sus mejores amigos. También es un amante del buen cine y de la sazón de un buen restaurante. Antes de cerrar la entrevista, el que alguna vez pensó en ser martillero público reserva un espacio para recordar a quienes inspiran sus batallas en esta dura lucha contra la varianza:
“No soy de muchas palabras, pero dedico lo que he conseguido a mis dos hijos, a mi padres, a mis hermanos, a mi familia y amigos, muy especialmente a Nico Betbese ”.
Volviendo a lo pokerístico, Pérez sabe también que no se ha hecho del todo solo en esto de navegar exitosamente en los paños: “Mis éxitos también tienen mucho que ver con las enseñanzas que he adquirido gracias a las clases con Gus Morales , el más reconocido de los coachs de Argentina. Por eso espero retomar en pocos días el trabajo a su lado, pues sus orientaciones han sido muy efectivas y recomendables. Para él también van mis agradecimientos”, se despide el protagonista de un par de épicos “domingos millonarios”, no sin antes dejar claro que sus lecciones del pasado están bien aprendidas:
“Esta vez dejaré que la recompensa a mi esfuerzo permanezca en el cajero de mi cuenta en PokerStars, para evitarme la tentación de dilapidarla y mantener fuerte mi banca. Seguiré viviendo como hasta ahora, con lo necesario para mis gastos y los de mis hijos y ya vendrá el momento de pensar en una buena inversión para ese dinero, que espero se multiplique gracias a mi trabajo en los paños”, cerró el que ya es un consumado navegante que reconoce en la pantalla de su ordenador los designios astrales de las estrellas que orientan su navegar en la sala de la pica roja.