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Londres pierde una joya histórica del juego con el cierre definitivo de Crockfords Casino, el establecimiento más antiguo de Gran Bretaña, conocido por su clientela exclusiva de aristocracia y realeza. Después de más de 195 años de operaciones, Crockfords ha lanzado su último dado en medio de una falta de atracción de turistas high rollers en la capital británica.
La afamada casa ubicada en Mayfair, propiedad del grupo de juegos Genting, emplea a 100 personas, quienes ahora enfrentan la posibilidad de ser despedidas o trasladadas a otros casinos dentro del grupo.
Paul Willcock , presidente de Genting Casinos UK, declaró que el cierre del sitio marca «el fin de una era». Explicó que varios factores han colocado a los casinos de lujo en Londres en desventaja competitiva en comparación con otros destinos mundiales, lo que derivó en un futuro insostenible para Crockfords en Mayfair.
El cierre, según Willcock, se debe a la combinación de la falta de atractivo turístico en la ciudad y las dificultades financieras posteriores al período de pandemia, cuando todas las salas de juegos tuvieron que suspender sus actividades.
Aunque Crockfords no era conocido por ser un bastión del poker, uno de los momentos más destacados de su historia ocurrió en 2017 cuando ganó una batalla legal contra Phil Ivey , considerado por muchos como uno de los mejores jugadores de poker de todos los tiempos. La controversia surgió años antes, cuando Ivey enfrentó acusaciones de hacer trampa en un juego de Baccarat entre 2011 y 2012 que también afectó al Casino Borgata en Nueva Jersey.
La disputa fue generada debido a que dicha casa de apuestas se negó a pagarle 12 millones de dólares al estadounidense, los que había ganado jugando Punto y Banca, gracias al uso indebido de una técnica llamada «edge sorting» que se podría definir como una forma de reconocer las cartas por la detección de fallas o características en el reverso de ellas. La conclusión del caso es que la justicia encontró las pruebas necesarias para señalar a Ivey como culpable, sin embargo el ganador de diez brazaletes de la WSOP no se quedó con las manos cruzadas y decidió apelar.
Aunque Ivey siempre ha negado cualquier mala conducta, solo logró recuperar la apuesta inicial de £1 millón y con eso el caso quedó en nada.