Yuri Martis representará a Latinoamérica en la final del GGMillion$
El brasileño llega a una nueva definición del clásico torneo high roller de GGPoker y se chocarán con otras grandes figuras del poker mundial.
En alguna página perdida del Apocalipsis debió estar escrito: «…condenarás, repudiarás y, de ser posible, desaparecerás a los otros con el sudor de tu frente». Yo no lo sé con exactitud, pero algo muy parecido a esa página ha comenzado a difundirse desde ayer en diarios y televisión. Con la próxima gran obra de arte de la arquitectura moderna –y, por qué no, dentro de algunos años «Maravilla del Mundo» – a construirse al norte de Latinoamérica, el sector más cool de la humanidad tendrá el símbolo perfecto para creer con más fervor en su especialismo, en su naturaleza privilegiada, en su invulnerabilidad. Y aunque los que no fueron invitados al «festín de la vida», como dirían Julio Ramón, también tengan sueños de un destino mejor para ellos y sus hijos, no importa: son los otros y en esa condición deberían perecer. Sí, ya puedo ver la inscripción que llevará la primera piedra de aquel gran muro: «Con mi progreso no te metas, sudaca. Pronto seremos nosotros los que te llevaremos la modernidad. Espéranos».
¿Será que los muros son siempre la metáfora perfecta para anunciar el fin de algo? Porque en el poker online la situación pareciera ser la misma. Sino que lo diga la .es en España , que en su encierro se ha convertido en un ecosistema inhabitable, y ya el mismo cantar pareciera instaurarse en Latinoamérica con las nuevas normativas que, a corto o mediano plazo, comenzarán a afectar el mercado de poker de varios países.
Sí, los otros siempre serán los del poker, primero por todas las plataformas online que ofrecen con un jueguito de azar en estado puro y, segundo, por todos los jugadores profesionales que vilmente les quitan su dinero a los menos experimentados. ¿Ya se apreció la contradicción?
No importa si en Brasil el poker es un deporte oficialmente reconocido, o si André Akkari corrió feliz algunos kilómetros con la antorcha olímpica de los Juegos últimos. No importa: «Todos los juegos de azar tributan, señores». Tampoco importa el tiempo que los profesionales dedicaron al estudio de rangos, la tozudez de pasar horas frente al monitor para ganar un torneo, el leer tanto sobre mental game para soportar estoicamente las malas rachas. «Vamos por ellos…», se escucha en la Junta de Directorio, «…y abrámosle todas las puertas al de la fe inquebrantable en la ruleta, y en el lobby de las máquinas tragamonedas que se vean más colores, y al del blackjack póngale una dealer de verdad para que no se sienta tan solo».
No podría decir a ciencia cierta quién está detrás de estos planes trumpistas para el poker online. Amurallados todos, solo sé que algunos serán bendecidos con la salvación de sus almas y, más importante aún, de sus bankroll. Los más fuertes ya iniciaron el éxodo a la tierra prometida («¡Hi Canadá», «¡Hola, Centroamérica»). Pero a los peces como yo no nos quedará más remedio, para jugar a algo, que revivir nuestra antigua pasión por el ajedrez o el StarCraf.
De todas maneras, esperemos con buena voluntad a ver qué nos depara el river.