A Phil Ivey desde pequeño le gustó el mundo de los naipes. Su primer contacto con ellas fue cuando su abuelo le enseñó a jugar 5-card Stud y desde ahí no paró, sin embargo su comienzo fueron duros y sus pares lo veían como un fish más.

Ya a los 17 años trabajaba en una empresa de telemarketing y tras su jornada laboral se subía a un bus, viajaba cuatro horas (ida y vuelta) para jugar en el Tropicana de Atlantic City. Siendo menor de edad, el californiano tuvo que falsear su identidad y años para poder ser parte de las partidas.

Bajo el alias de Jerome Graham, el estadounidense comenzó a forjar su camino en la época de oro de los casinos en New Jersey. Sin embargo, las cosas no empezaron de la mejor forma. Así lo recuerdan dos figuras importantes del poker como lo son los Team PokerStars Pro Barry Greenstein y Daniel Negreanu .

“Su juego era demasiado débil” señala Barry, mientras que Daniel fue enfático en decir “Jugaba todas y cada una de las manos que le repartían. Con esa estrategia es difícil ser ganador”

Con ese estilo de juego no es difícil pensar que era el objetivo perfecto para los jugadores regulares y que sus pérdidas aumentasen rápidamente.

Sin embargo, su determinación por ser un jugador profesional fue más y con sus 22 años aún tenía tiempo de enmendar las cosas.

“Tras enfocarse en su juego” -continua Negreanu- “comenzó a mejorar mucho, afloró su talento natural y nació su sello personal, la cara de poker. Su mirada intimidaba a sus rivales y no se atrevían a blufearle.”

Greenstein cree que la gran ayuda para mejorar su juego la recibió gracias a que comenzó a viajar por el circuito de poker con Daniel Negreanu , John Juanda y Allen Cunningham . Entre los cuatro discutían y analizaban las jugadas junto con las estrategias para afrontarlas. Se dice que Juanda defendía el juego tigth mientras que Ivey era un acérrimo seguidor del estilo loose-agresivo.

Del fish de antaño sólo queda el recuerdo de Jerome Graham, porque ahora a sus 37 años es considerado uno de los jugadores de poker más grandes de la historia que no para de cosechar triunfos.