La Ciudad de Buenos Aires bloqueó otras 72 salas de juego ilegal
La Justicia porteña decidió el cierre de más plataformas que operaban con apuestas ilegales en un intento claro de terminar con estas operadoras; en septiembre habían sido 237.
Muchos podrían pensar que los pioneros en abrir casinos en Las Vegas fueron mafiosos tratando de lavar su dinero –y no estarían equivocados–, pero también hubo personas de bien y visionarias que llevaron el gambling un paso más allá, uno más apegado a la ley.
Mayme Stocker , nacida en 1875 en Pennsylvania, llegó a Las Vegas en 1911. En ese entonces, la actual Ciudad del Pecado era algo totalmente diferente a lo que conocemos ahora. Un lugar más rural, en donde imperaba la ley del más fuerte.
«Cualquiera que viva acá debe estar loco», dijo casi cuarenta años después a un periodista del Las Vegas Review-Journal. Mayme había recorrido los Estados Unidos con su esposo Oscar y sus tres hijos, Clarence, Harold y Lester, siguiendo la línea del ferrocarril en construcción y, en consecuencia, siguiendo el trabajo.
Su esposo consiguió un puesto para trabajar en Las Vegas, y Mayne, cansada de moverse cada dos años de ciudad, decidió que en este lugar construiría su legado, aunque su primera impresión no haya sido la mejor.
«No había caminos, aceras, flores, prados ni árboles», contaba Stocker. La ciudad tampoco ofrecía tanto entretenimiento: «Por entonces solo estaba Ben Emrick y su cuarteto alemán, que tocaban en la calle el sábado por la noche, o la piscina de Ladd en la calle Fremont y el cine Princess, donde se podían ver películas a 5 centavos».
Mayme Stocker creo el Northen Club, donde entre tragos y diversión, el gambling se convirtió en legal.
Mayme abrió el Northern Club, una tienda de licores, con el dinero heredado de un pariente fallecido que lo había ganado vendiendo whisky, por supuesto, ilegalmente. Es que era la época de la fiebre del oro en Nevada y vio en este negocio una buena rentabilidad con hombres sedientos y con dinero tras una ardua jornada en la mina.
Y donde había trago, también había que tener diversión. Por eso, entre las muchas actividades para distraerse, había una que a la postre se convertiría en un icono de la ciudad, el gambling.
«El juego fue legalizado en 1931, pero pocos saben que en la década de 1920 ya había cinco juegos legales: stud poker, draw poker, lowball poker, ‘500’ y bridge . Nada más lo era», contó Harold, hijo de Mayme, en una entrevista. De hecho el mayor de los hermanos, Lester, era un jugador profesional. Harold recuerda cómo presionó para la legalización del juego: «Lo intentó en 1925, luego en 1927 y también 1929, pero fue en vano».
Y ahí, mientras la gente gozaba del juego y las bebidas -de manera ilegal-, Mayme se mostraba desconfiada porque en cualquier momento podía caerle la ley. Es por esto que reunió a un grupo de personas influyentes en Las Vegas, entre ellos personeros de gobierno, para hacer lobby y hacer que el juego fuese legal.
El grupo recaudó alrededor de US$10.000 de la época y se lo dieron al legislador de Winnemucca, Phil Philin. El hombre tomó el dinero, no se sabe a quién se lo entregó, y finalmente se aprobó una ley sobre la legalización del juego.
De esta manera, Mayme Stocker se convirtió en la primera propietaria de un casino con licencia real en Las Vegas, pero su aporte al gambling no terminó allí. Después de pasar el legado operativo a otros, especialmente a su hijo Clarence, abrió otras dos salas: el Exchange Club y el Rainbow Club.
La primera mujer en tener una licencia de juego en Las Vegas murió en 1972 a los 97 años pero dejó un gran legado de gambling en Las Vegas.