Para muchos jugadores, la escena perfecta está representada por ganar la mesa final de un gran torneo jugando slow play, sin embargo, esa mentalidad puede estar mal concebida.
Jugar una mano fuerte de «manera oculta o pasiva» pude conllevar algunos errores al no tener presente la vulnerabilidad de la misma, esta es una de las más reciente afirmaciones que ha hecho el profesional Jonathan Little .
«En general, si su mano premium puede ser superada con cierta facilidad, debería jugarla de forma agresiva. También desea aplicar agresión para que pueda obtener una gran cantidad de dinero en el bote como un claro favorito. El slow play a menudo resulta en que te quedes fuera de juego o juegues un bote pequeño, los cuales son resultados terribles»
En general, existe una falsa creencia de que el poker es sinónimo de bluff constante, tal vez sea producto del ideal representado en las películas o al ver algunas de las mejores partidas protagonizadas por los profesionales, sin embargo, muchas veces esa aproximación escapa de la verdadera rentabilidad en las mesas.
En el poker hay que ser consecuente y un jugador que pasa las primeras calles de una mano y deja de tener la iniciativa muy probablemente no pueda justificar una acción agresiva llegado el river o haya dejado de sacar el valor real de su mano. También, para un rival que tiene una buena mano es más fácil ir pagando pequeñas cantidades en el flop y turn que más fichas juntas al final.
«Si bien muchos jugadores se alegran cada vez que ganan un buen bote, deberían preguntarse si hay una forma realista de ganar más. En una determinada situación, subir en el flop probablemente habría llevado a una victoria aún mayor», concluye Little en su última columna publicada en CardPlayer.
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