Alex Foxen
ha sido, sin lugar a dudas, uno de los jugadores de poker más exitosos de los últimos años. En su perfil de The Hendon Mob figuran ganancias por más de US$45.000.000 en torneos en vivo. Es dueño de tres brazaletes de WSOP y dos anillos de WSOP Circuit. Sin dudas, se trata de una voz autorizada a la hora de analizar el juego.
Los últimos tres años han sido importantísimos en la carrera de Alex, quien ha dominado el circuito en todo tipo de eventos, obteniendo muchísimos buenos resultados. Fue justamente por eso que, en un reciente reportaje para el medio PokerOrg, le preguntaron a qué se debe este crecimiento en su juego. Para responder a esto, Foxen no se guardó nada.

«Me gustaría pensar que hay muchas cosas que he hecho de forma diferente. Por un lado, está el enfoque constante en la autosuperación, lo cual es esencial para mantenerse al día con el juego y buscar la excelencia. También creo en tener la mente abierta a diferentes estrategias y procesos de pensamiento. Se trata de reconocer en un nivel más profundo que el poker no es un problema matemático; no es una ecuación científica«, respondió Foxen.
«El poker es más artístico que científico», se explayó el jugador. «He estado teniendo ese acercamiento al juego, como el que tendría un artista. Siento que un buen artista necesita entender ángulos, sombras, colores y todas esas cosa técnicas. Pero, al final del día, traducen esa sumatoria de todas esas facetas diferentes en un pensamiento coherente basado en un sentimiento».
«El poker es más parecido a un arte de lo que la gente cree», prosiguió Foxen. «Es difícil de lograr porque debes dejar ir lo que te dice el solver, que lo hace como forma de rueditas de entrenamiento que te dan una idea de lo que pasaría en un mundo teórico que en realidad no existe. Si puedes tomar este punto de vista más seguido, podrás reconocer la realidad de la situación y manipular las frecuencias y tendencias de un jugador a tu favor«, sentenció.
¿Acaso es el poker más parecido al arte que a la ciencia? ¿Es hora de dejar de lado los paradigmas completamente teóricos para empezar a prestar más atención a lo que sentimos en las mesas? ¿O será, acaso, una combinación de ambas lo que nos lleve al éxito?