(Por José el Profe Litvak )

El valor de una mano  es diferente antes que después de conocer el flop. Las probabilidades de formar un juego tampoco son potencialmente iguales y hasta la contundencia de los maravillosos ases podría haberse “derretido”.

A diferencia de la etapa anterior, dada la cantidad y variedad de situaciones posibles, no hay datos estadísticos estructurados y preestablecidos para medirlo. Sin embargo, las transmisiones de partidas por televisión muestran instantáneamente las probabilidades porcentuales de ganar que tien  cada jugador, lo que puede inducir a pensar que hay buena información disponible.

En realidad, la hay. Lo que ocurre es que ese cálculo puede hacerse rápidamente con un software especial, muy útil y difundido, pero con el que no podemos contar mientras jugamos. En esta instancia, entonces, hay más incertidumbre, y la experiencia e intuición cubren esa carencia.

Lo que sí se pueden reconocer y categorizar son algunas situaciones típicas. Por ejemplo, el caso de los juegos concretos. Son aquellos que, desde el flop, revelan ya la posibilidad de resultar ganadores en el showdown.

Un ejemplo típico son los juegos flopeados. Si con nuestras dos cartas individuales  y con las primeras tres comunitarias formamos  una escalera o un color o, más aún, un full o un poker, muy pocas veces perderemos.

En cambio,  combinaciones  como mejor  pareja con un buen kicker o doble par, con un flop peligroso, son más comprometidos. Con frecuencia, una gran cantidad de rondas se ganan con estas combinaciones, pero también  en muchas pueden ser manos perdedoras.

Los juegos ya concretados con el flop  pueden tener diferente valor o ser más o menos seguros en cuanto a su efectividad final. Siendo tantas las combinaciones posibles, no puede establecerse un patrón predeterminado.

Veamos algunos casos típicos.

Supongamos que nuestras cartas son Q Q, y el flop  muestra: 2 Q 7. Este se conoce comúnmente como un flop  seco: no trae posibilidades de formación de juegos que nos inquieten. Pocas dudas tendremos de que nuestra mano es prácticamente “imbatible”. No hay proyectos a escalera ni a color, y el mayor juego que, hasta ahora, podría  haber  formado otro  contrincante es un set de 7, que en este momento (no conocidas las 4° y 5° carta) tiene un 4,3% de chances de formar un poker y ganarnos. Podría decirse que es una mano  concreta.

Ahora, supongamos que el flop  hubiera  mostrado: Q 7 6. Seguimos teniendo el mayor juego posible hasta ese momento (set de Q), pero hay proyectos a escalera, a color o, peor aún, a escalera color. Como es habitual entrar en juego con cartas conectadas o en suit, la situación ahora no es tan segura. Tenemos una mano  fuerte,  pero con cierto peligro,  que será mayor o menor según la cantidad  de oponentes todavía en juego. Es una mano  fuerte, pero “debilitada”.

Ahora, supongamos un flop así: 7 8 9. Es muy probable  que alguien haya concretado una escalera o un color, o tenga muchas posibilidades de hacerlo. También, dependiendo de la cantidad de oponentes, nuestra mano ahora es muy peligrosa.

Finalmente,  imaginemos  este flop: A K K. Obviamente,  nuestro poderío  preflop se diluyó. Existe la posibilidad concreta de pares mayores,  un set de K, un full,  un poker y proyectos a escalera, color y a escalera real. Si alguien  apostara, la mejor  opción  sería huir.  Se ha convertido en una trash  hand (mano “basura”).

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