Por José el Profe Litvak
No hay una única acepción para esta denominación. Para la mayoría, es la fase de un torneo en la que quedan pocos jugadores antes del límite establecido para entrar entre los premiados. En Argentina, en particular, es el momento en que resta sólo uno.
Todas las miradas sobre cada jugado durante esta etapa.
Esto es lo que hace particular, emocionante, y tan interesante a esta fase. La excitación, la tensión, y hasta el miedo, aparecen en su máxima expresión, y son sólo comparables con el grado de distensión que se siente cuando aparece el bubble boy.
Ahora cambian muchas situaciones y objetivos, por lo que es diferente la forma de encararla, las tácticas a poner en práctica y, por ende, la selectividad de manos. Y lo más interesante, es detectar los objetivos contrapuestos de los contendientes.
La mayoría, normalmente, busca estar, como fuere, entre los que reciben premio. Otros, más ambiciosos, consideran que es la oportunidad para explotar a los conservadores y para entrar fortalecidos a la etapa final.
No obstante, nadie quiere ser despedido en la burbuja, y un error puede provocarlo. Para no cometerlo, la mayoría juega muy tight, foldea y seguirá foldeando, esperando que otro lo cometa. Los rangos de manos son los más estrechos de la competencia.
Esto favorece a los agresivos, que tienen un campo propicio para robar las ciegas y antes, que ya tienen un valor significativo. No podrán hacerlo todas las rondas, pero sí cuando están con posición, cuando leyeron bien y cuando midieron los stacks: en estos casos se especula más con el miedo, que con el valor de las manos.
Los cortos no tienen mucho más remedio que atacar, generalmente con all-ins; de otra forma, las apuestas obligatorias los consumirán. Y los big pueden darse el lujo de presionar, porque el valor relativo de sus fichas es mayor.
Un badbeat es más doloroso durante «la burbuja».
Muchas veces he visto foldear manos importantes, J J, A Q y hasta Q Q para preservarse y no «quedar a la puerta». Pero también vi, especialmente a novatos que han tenido la suerte de llegar con muchas fichas, y pagar all-ins con trap hands (manos engañosas, como A 10 o K 9, por ejemplo).
Nadie sensato, con un monto de fichas razonable, se jugará a un coin flip. Sólo podríamos verlo entre dos short stack o entre un corto y uno grande. Si alguien con el promedio entra en juego, es muy probable que sea con premium.
Recuerdo una situación real, ocurrida en un torneo mensual del Conrad Poker Tour en 2009. Estábamos en la burbuja jugando mano por mano. Se mantenían con vida 17 jugadores. El que quedaba sin fichas se iba sin premio.
Todos lo hacían muy tight, al punto que habían transcurrido más de diez rondas, todos seguían con vida, y el valor relativo de los stacks se estaba reduciendo vertiginosamente. El promedio de fichas era de aproximadamente 80.000 y yo tenía 60.000. Las ciegas y los antes amontonados en la mesa totalizaban 12.000.
Estaba en posición 6, todos los antecesores foldearon y fui all-in con J J. Estaba seguro de que nadie pagaría, salvo con ases o reyes, y las probabilidades de que alguno de los restantes los tuvieran eran, por cierto, muy escasas.
Los stacks de los 3 jugadores que restaban jugar, estaban en el promedio. El rival de mi izquierda pagó instantáneamente, por lo que yo hice un instant up (me levanté para irme). Los restantes competidores foldearon.
El último en irse sin pasar por caja…
Para mi sorpresa, el caller mostró A 10, lo cual me tranquilizó. Era una situación con 71% de chances a favor. El flop trajo: 8 9 4 y mi alivio mayor. El turn mostró: Q. Solo podía ganarme con un Jacko y quedaban dos en el mazo (4% de probabilidad) o un Ás (quedaban 3, en total: 7,5%, consiguiendo un total de 11,5% de chances a su favor). El river trajo: J y me fui al hospital. No importa cómo.
Estoy convencido de que pagar con esa mano es una jugada de principiante, puso en juego casi su permanencia. Sin embargo, la suerte lo ayudó: “esto es poker”.
En esta situación, habrá mucho intento de robo, claro que esta propensión es buena para “esperarlos” con buen juego. Con una muy buena mano un re-raise dará pingües ganancias. La gran mayoría de las rondas, se resolverán preflop. Una o dos de cada diez oportunidades, veremos las cartas comunitarias, y el board completo solo cuando haya un all-in aceptado.
Cuando la burbuja revienta, y mientras el bubble boy se lamenta, sigue el juego de manera similar a la que se venía desarrollando en la etapa anterior.
A veces, haber obtenido premiación, o el efecto de la gran contención experimentada, nos relaja, y muchos comienzan a jugar más loose. O, también, porque es momento de llegar a la mesa final con las mejores posibilidades, bien “armados”.
Por ende, el rango de manos se amplía más al principio (cuando se abrió la compuerta) y se va cerrando con el transcurso de las rondas.
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