Atento Nacho Barbero: está la agenda de las Triton Jeju
La parada de las Triton Poker Super High Roller de Corea del Sur ya tiene fechas y eventos. Ideal para que el mejor latino de la historia repita su triunfo del 2024…
Por Jose El Profe Litvak
Tener bronca contra uno mismo, contra otro o contra el juego mismo es tener una bomba de tiempo en las manos, un detonador de las conductas más irracionales.
La ira es una emoción que aparece en todos los deportes. ¿Cuántas veces vimos romper raquetas, emitir insultos o partirle la pierna a un rival en estado de emoción violenta?
Según Freud, un mecanismo de defensa contra la ira es la «vuelta contra sí mismo».
También, al igual que el jugador frustrado, pero con otra connotación emocional, se puede llegar a jugar con esa sensación del «ya nada me importa», generalmente convirtiéndonos en un calling station y sin meditar las jugadas.
Como otras emociones, el enojo está acompañado de cambios fisiológicos y biológicos. El ritmo cardíaco y la presión arterial aumentan, al igual que los niveles de adrenalina y noradrenalina.
Cuando estamos furiosos, el sentimiento
que prevalece es la hostilidad.
Crece la irrigación sanguínea y aparecen las palpitaciones. Esto implica que en ese momento la persona perdió el control o, como decimos comúnmente, explotó.
Manejar esta sensación consiste en reducir tanto las emociones como la activación fisiológica que ellas ocasionan. Tal vez no podamos evitarla ni librarnos de las cosas o personas que la desencadenan, pero hay que aprender a controlar las reacciones que provoca.
Otra posibilidad es tratar de transformarla; por ejemplo, cuando dejamos de pensar en ella y nos concentramos en algo positivo, o redirigirla (lo que no significa agarrar a palos al dealer ni demoler los sanitarios a golpes).
La ira no expresada o mal expresada puede crear otros problemas. Por eso, los psicólogos ayudan a manifestar los sentimientos de enojo de un modo no agresivo y de la manera más sana.
Se necesita identificar las necesidades y cómo satisfacerlas sin dañar a otros.