KINGS SERIES OF POKER
KSOP San Pablo: todo sobre el festival que trae R$5 millones
El lujoso hotel Grand Hyatt será el escenario de esta experiencia desde el 5 al 11 de junio. Revisa toda la agenda a continuación.
Por José El Profe Litvak
Las overbets (las apuestas desproporcionadamente altas) son usuales tanto en los principiantes como en los profesionales. Si se busca obtener el mayor valor posible a un buen juego, y apostamos más de lo que corresponde, nadie pagará.
Resultado: solo nos llevamos las ciegas.
Si queremos bluffear, y alguien paga, perderemos más de la cuenta. Con un valor menor también, habríamos espantado a quien no tiene probabilidades y sin tanto compromiso.
Tengamos en cuenta que, como dijo el gran Amarillo Slim, «se puede esquilar a una oveja toda la vida, pero despellejarla una sola vez».
Hay, en esto, alguna excepción, pero que es confirmatoria de la regla. Algunos buenos jugadores, en algunas y elegidas ocasiones, hacen subidas desproporcionadas, pero como táctica preestablecida. Por ejemplo, cuando el pozo no es significativo, están muy bien en fichas y tienen una mano premium, pero sin poner demasiado en riesgo su stack.
La idea es instalar una falsa pre-suposición: nadie se jugaría una buena cantidad de fichas por un pozo insignificante aún si tuviera buen juego. Por ende, se pretende inducir a que sospechen que está presionando con la posición dominante, con la intención de robar las fichas en juego. Si algún engañado paga, el pozo será más grande del imaginado. A nosotros, muchas veces, nos dio muy buen resultado (y, en otras, nos fundió).
La mayor overbet es el all-in. Así como aquellas no son recomendables, menos lo es hacerlo con todas nuestras fichas, salvo cuando tengamos las nuts o estemos shortstack en un torneo, acercándonos al límite de subsistencia y con una buena mano o con razonables chances.
Los buenos jugadores rara vez apuestan todo, siempre tienen en cuenta el valor del pozo y de los stacks: el propio y los ajenos.