Iván Lucá (12 de noviembre de 1991, Bahía Blanca) tiene 28 años pero lleva la mitad de su vida respondiendo al nombre de Negriin, así, con doble «i». Desde que empezó a jugar al poker online, con solo 14 años en Punta Alta, la ciudad donde se crió. Ése es su sello y su pasaporte, el que le dio fama mundial mucho antes de subirse a un avión. Desde entonces pasó mucha gloria por sus manos, jugando tanto en línea como presencial: ganó el primer brazalete de la Serie Mundial del poker argentino, brilló en los High Rollers alrededor del mundo con destacados resultados en Montecarlo y Bahamas y acumuló así más de 6.3 millones de dólares en ganancias en vivo para liderar el All Time Money List de su país.
Sin embargo, ahora parece que tiene ganas de parar. Que lo dejó de disfrutar, o que al menos no lo hace tanto como antes. Por eso transitó un 2019 distinto a lo que habían sido sus últimos años en el circuito. Y se plantea un futuro alejado de las mesas. «En este momento de mi vida estoy cerca de retirarme», sorprende Lucá en un mano a mano a fondo con CodigoPoker en el que habla de todo: sus comienzos, sus logros, la pasión por la música, qué lo mantiene motivado para seguir ganando y hasta se mete con un tema delicado, las trampas en el mundo del poker. Pasen y lean…
-¿Qué balance hacés del año?
-Fue un año muy productivo, en el que menos jugué y en el que más gané. Aunque mucho más tranquilo. Le dediqué mucho tiempo a otras actividades extra poker. Cumplí mi objetivo principal que es ser feliz, no me puedo quejar.
-Se te vio jugando mucho menos en vivo, ¿no?
-Sí, ni hablar. Fue una decisión que tomé porque básicamente lo había dejado de disfrutar, así que fui a los torneos a los que verdaderamente tuve ganas, a veces aprovechando el viaje por algún motivo extra poker.
-¿Cómo empezaste a jugar al poker? ¿Siempre tu plan fue vivir de esto?
-Sí, el plan fue vivir de esto incluso antes de conocer el poker.
-¿Cómo es eso?
-Era un nene, un gamer frustrado que buscaba la manera de trabajar por Internet y en el medio encontré el poker. Con 13 años gané mis primero 5 centavos en un freeroll y ahí arrancó la historia. No tenía computadora, nada, y como había conseguido trabajo en un ciber, jugaba desde ahí. Después el ciber cerró y me quedé sin trabajo, pero trabajé momentáneamente repartiendo diarios y ayudando en un kiosco hasta que pude comprar la PC y montar mi laboratorio. El propietario de esos negocios era una persona que me conocía desde muy chico porque pasaba todo el tiempo que podía ahí adentro y pude ganarme su confianza siendo tan chico.
Los colores los lleva en la piel
-¿Y cómo fue cuando tus padres se enteraron de lo que hacías?
-A mi papá le conté que jugaba al poker una vez que ya había ganado 15.345 dólares, todavía me acuerdo el número exacto. Llegó un cheque a su nombre y para poder cobrarlo le tuve que decir. Él pensaba que era mentira, que no era plata de verdad, hasta que la vio. Después decidí dejar el colegio para jugar al poker y ahí seguí.
-¿Nunca lo terminaste?
-No. Siempre estuve un poco en contra del sistema. Recuerdo aburrirme en el jardín, sentir que la escuela era una pérdida de tiempo, ya que aprendía más por mi cuenta, y recién lo pude manifestar con énfasis a los 13 cuando decidí buscar la manera de salirme. Lo intenté a los 16 en un colegio para adultos, supongo que principalmente para hacer feliz a mis viejos, pero fue peor, duré pocos días.
-¿Te acordás cuál fue la primera vez que jugaste en vivo?
-Las primeras mesas las jugué siendo menor, pero ya con 18 mi primer torneo si no me equivoco fue en Mar del Plata, recuerdo ser un chico soberbio y presentarme con una camisa de la pica roja. Creo que quedé cuarto en ese. Alimento para mi ego.
-Después de tantos años y logros, ¿cuesta encontrar una motivación para seguir jugando al poker o cuando te sentás en la mesa ya sale el instinto?
-Es una pregunta complicada… En cuanto a la estabilidad económica he ido subiendo la vara: cuando arranqué dije ‘con esta plata estoy bien’ y después te das cuenta de que no estás tan bien. Además uno se va acostumbrando a cierto estilo de vida. Y no es que tenga grandes lujos, pero sí un buen nivel de vida. No digo que esté bien, pero es una realidad que prefiero admitir.
-¿Y entonces cómo se hace?
-Y entonces uno va encontrando otras motivaciones… No sé, comprarle una casa a mi vieja, que no trabaje mas… Y después tengo otros objetivos como la caridad: todavía no hice tanto como me gustaría pero deseo lograr un impacto masivo. Si bien siempre estuve alejado de las redes por una decisión personal, ahora en este momento de mi vida, que estoy más cerca de retirarme, tal vez lo necesite. Así que estamos volviendo de a poco, ojalá pronto me acostumbre.
Negriin, en una imagen histórica jugando high rollers en Bahamas junto a Scott Seiver (izquierda) y Daniel negreanu (derecha)
-Cuando decís que estás cerca de retirarte, ¿qué tenés planeado?
-En realidad, fiel a mi postura de hacer lo que tenga ganas, y teniendo en cuenta que esto cambia rápido, no sé si pueda retirarme. Pero lo veo como un momento en el que realmente se puede hacer lo que uno desea, dejar de lado actividades que no disfruto o que me estresan.
-Osea que si te pregunto un objetivo para el 2020 no me vas a responder ganar el Main Event en Las Vegas…
-No porque no me gusta trazar objetivos que no dependan de mí cumplir, pero si la varianza no existiera, podría ser uno para el pizarrón.
-¿Entonces no sabemos si te vamos a volver a ver jugar?
-Vengo de ganar un premio importante online que decidí no hacerlo publico, así que eso puede llegar a funcionar como una motivación para volver por más o quizás genere el impacto contrario, pero todavía no lo decidí… ¡Estoy ocupado festejando! Online seguí jugando porque sentía que el EV me debía mucho, pegué muchas veces en el palo y moría de ganas de clavarla al ángulo. Todavía están intentando despegar el balón.
-¿De qué torneo hablás? ¿En qué sala?
-Siento que es EV- responder esto por ahora, y soy un generador de EV por naturaleza.
-¿No vas a ir a Las Vegas este año?
-No lo sé.
-Bueno, no saberlo ya es un montón. Uno pensaría que la respuesta era sí.
-Quería ganar el primer brazalete para Argentina y lo hice, aunque fui por primera vez a la WSOP a los 23 teniendo todo para ir antes. Quizás tuve la «mala suerte» de ganarlo ni bien llegué a Las Vegas. Mi mente funciona distinto, me relajo con los triunfos.
-Pero seguiste ganando…
-Cuando empecé a codearme con la élite del poker mis objetivos fueron cambiando. De chico, al principio, quería pasar a Negreanu en cobros, pero después te das cuenta de que es todo mentira, porque organizan un torneo de un millón de libras el buy-in, invitan empresarios y el que lo gana pasa a ser el #1 del mundo en cobros. Solo los mejores sabemos quiénes somos. Por otro lado pensé en pelear algún otro ranking, pero en el circuito hay tipos que hace 10 navidades que no la pasan en su casa y los ves con las mismas pilchas de torneo en torneo. Lo mío pasa por otro lado y entendí que no hay mayor premio que el respeto de los mejores.
-¿En algún momento te sentiste el mejor?
-Yo siempre me siento el mejor, siempre creo en mí, pero saber quién es el mejor no es algo fácil ni objetivo. Sobre todo jugando torneos en vivo, donde para contrarrestar la varianza necesitarías varias vidas. Y más en torneos con poco ROI como los Super High Rollers: jugando caro en vivo los resultados de una vida no alcanzan para matar la varianza.
El día que ganó el primer brazalete de la WSOP para el poker argentino
-¿Te dejó algún amigo el circuito mundial de poker?
-Tengo buena onda con varios pero es un mundo bastante sucio en el que a veces hay mucha trampa. Creo que eso no te permite llegar a entablar una amistad sincera con gente de otros países. Yo he visto muchas veces cómo se hace trampa y hasta me han hecho colusión a mí en Bahamas. Y estoy hablando de la élite del poker, imagínate el resto.
-¿De verdad?
-Una de las manos fue clara: un push del botón que pierde infinito salvo, claro, que sepas que la ciega chica foldea siempre. Obviamente no lo tengo probado, pero hay dos opciones: o eran muy malos (que no lo son), o… Para completar mis dudas, estábamos en el 3-handed y cuando quedé 3°, los otros dos se abrazaron e hicieron deal sin preguntarse. Increíble pero real.
-Aunque podríamos deducirlo… ¿Quiénes fueron?
No, prefiero no decirlo, pero vi varias manos raras en muchos lugares del mundo. Por eso también estoy desmotivado para jugar fields chicos: hay muchos jugadores del circuito que hasta viven juntos, así que por más que no sean tramposos, ¿qué les vas a pedir? ¿Que siendo amigos se maten entre ellos en un torneo con millones en juego? Otro factor súper importante es que muchos de los competidores son, además, inversores. Esto genera escenarios que convierten en tramposo hasta a los mas limpios.
-¿Cómo sería eso?
-Por ejemplo, imagínate llegar a un 3-handed y que uno tenga el 80% del tercer jugador. Puede tomar un spot EV- para él, súper EV- para mí y que la mano sea redituable por el beneficio del tercero (ICM). Cambia mucho la matemática del juego, y el no saberlo te pone en una desventaja. De todos modos aún así seguiré compitiendo mientras considere que la ventaja es lo suficientemente amplia para balancear esto.
-Vos en Rozvadov definiste un torneo con tu expareja Connie Lampropulos y nadie dijo nada.
-Nadie dijo nada porque no hicimos nada, pero tuvimos todos los ojos encima, mirándonos. En mesas que no son televisadas he visto trampas alevosas sin que nadie pague las consecuencias correspondientes.
-No queda otra que apelar a la honestidad.
-El poker está lleno de mercenarios. Es muy difícil sentir la empatía necesaria para ser justo con un tipo que vive en la otra parte del mundo y no conocés, sobre todo cuando se juega por mucho dinero.