CAP Santa Rosa: primeros títulos y la agenda del sábado
Sebastián Salazar ganó el Monster Stack Mystery y José Luis Padín, el Uppercup KO de un festival argentino que sigue este sábado con dos vuelos del Main Event, en vivo por CodigoPoker.
Matt Salsberg no es un jugador de poker cualquiera. Antes de acumular más de 3.6 millones de dólares en cobros, ganar un título del WPT y alcanzar varias mesas finales de la WSOP, ya había vivido una carrera estelar en otro mundo igual de competitivo: la industria del entretenimiento. Como guionista y productor de series como Weeds, Entourage, Kidding o The War at Home, Salsberg pasó años trabajando en salas de escritores donde, sin saberlo, empezó a entrenar muchas de las habilidades que hoy lo definen como jugador.
En el podcast 10 Minute Poker Tips, explicó cómo el trabajo creativo en Hollywood terminó siendo la mejor preparación para sentarse en una mesa. “Era como atrapar faroles narrativos”, comentó, haciendo referencia a las largas sesiones de brainstorming donde tenía que analizar historias, detectar inconsistencias y leer el lenguaje corporal de sus colegas. Esa lógica narrativa, sumada a un alto nivel de inteligencia emocional, se transformó con los años en una herramienta poderosa para leer manos, identificar rangos y detectar bluffs.
Durante sus primeros años como jugador, entre 2003 y 2010, los resultados no lo acompañaban. Se limitaba a torneos de bajo buy-in donde, según él, todo era “all-in poker dice”. Pero cuando empezó a jugar eventos con mejores estructuras, como los Main Event del WPT o de la WSOP, su enfoque lógico y paciente empezó a rendir frutos. “Ahí ya no estás a merced del mazo. El juego postflop pesa más, y si tienes lectura, todo cambia”, aseguró.
Lo que hace especial su historia es cómo conecta dos mundos que, a simple vista, parecen opuestos. En ambos, dice, se trata de contar historias coherentes. En Hollywood, un guión debe tener sentido. En el poker, una línea de apuesta también debe tenerlo. Si algo no cuadra, hay que desconfiar. Esa atención al detalle lo llevó a desarrollar una especie de radar narrativo que hoy aplica en las mesas, donde incluso se le ha visto adivinar con precisión las dos cartas de sus rivales.
Esa misma capacidad de observación también le permite adaptarse con rapidez al entorno de las mesas, algo que atribuye a su experiencia navegando salas de escritores donde debía convivir con múltiples egos y estilos. “Hollywood es muy político y muy ‘cliquey’. Aprendes rápido a no pisar los dedos equivocados. Eso me ayudó a leer perfiles y ajustar mi rol, lo que en poker también se traduce en saber cuándo presionar y cuándo ceder”, comentó.
Matt Salsberg en una mesa de poker.
Pero el otro gran valor que tomó de Hollywood fue la resiliencia. “En el poker aprendes a perder. En Hollywood, a ser rechazado”, resumió. Tras años lidiando con proyectos cancelados, ideas rechazadas y puertas cerradas, Salsberg llegó al poker ya entrenado emocionalmente para el fracaso. Aun así, admite que hay manos que duelen, y momentos donde es imposible no romper la compostura.
En el podcast, además, Salsberg compartió una de esas experiencias: el WPT Thunder Valley, donde volvió desde las cenizas con solo tres ciegas hasta llegar a los últimos 10 jugadores. Pero en un spot clave, su top two pair cayó ante un color runner-runner. “Perdí la cabeza por un momento. No me pasa seguido, pero esa mesa final significaba mucho para mí”, confesó. En ese mismo torneo, terminó séptimo tras otra mano dolorosa. No era la primera vez: también recordó su eliminación en el WPT Venice 2013, donde necesitaba quedar sexto para liderar el ranking del Jugador del Año. Ligó un set en el small blind, apostó tres calles, y vio cómo el chip leader ligaba su draw en el river para eliminarlo. “Golpeé la mesa. Lo lamenté de inmediato, pero era mucho lo que estaba en juego”, recordó.
Hoy, Salsberg sigue combinando sus dos pasiones. Aún trabaja en guiones y proyectos creativos, aunque reconoce que Hollywood está en crisis. “Vender una serie hoy es como ganar el Main Event”, bromeó. Por eso, cada deep run en un torneo no solo representa un cobro: representa libertad, independencia y una victoria personal contra un mundo lleno de rechazos.
Su historia demuestra que el poker no solo se aprende con solver y volumen, sino también en los lugares más inesperados: una sala de escritores, una sesión de brainstorming, o una conversación con productores. Y que, a veces, para leer bien un flop, primero hay que aprender a leer a las personas.