Barry Greenstein es considerado una leyenda viva del poker mundial. Sus logros, su caridad y su influencia en este deporte mental lo han catapultado a la cima, aunque el camino hacia el éxito no ha sido para nada sencillo.
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Durante un tiempo se especuló con que la desaparición del Robin Hood del poker de la escena mundial se debía a que estaba quebrado, teoría que el propio Barry apoyaba con su silencio. Pues bien, eso ya se terminó porque fue él mismo quien decidió abordar el tema públicamente en el podcast de Joe Ingram.
Barry comenzó hablando de su retiro del poker y dio sus motivos…
«La vida siempre es bella. Es lo único de lo que debes preocuparte cuando eres un profesional, pero muchos no se dan cuenta. Si vives poker, sólo tienes que pensar en vivir bien».
«Ésa es mi meta de vida. Para muchos es difícil encontrar su propósito en la vida, para mí siempre ha sido mi familia. El dinero da libertad, cuanto más tienes, más libre eres. Hoy juego seis horas al día, seis días a la semana, y pago mis cuentas con ganancias. He vuelto, pero no juego niveles altos».
Tras esto, el veterano de 69 años señaló lo que ha sucedido durante los últimos 20 años de su carrera.
«Mi carrera ha durado 50 años, juego desde los tiempos del colegio. Cuando era soltero, no me importaba el dinero, jugaba y ganaba, pero si perdía, no era un problema porque tenía un trabajo. Cuando tenía 50 años, había ganado tanto que nunca más tendría que trabajar en mi vida».
Fue en ese momento cuando llegó el downswing. Greenstein decidió que todas las ganancias que obtuviese del poker serían donadas en torneos de caridad. En ese momento nació el apodo de Robin Hood del poker, pero desde ese instante todo comenzó a ir mal.
«Empecé a donar todas las ganancias del torneo en vivo a la caridad, porque no necesitaba dinero. Luego estuvo el boom del poker en el 2003 y no pude evitarlo. Jugué consistentemente y obtuve un gran contrato con Pokerstars.
Pero desde 2007 todo cambió: hubo una crisis inmobiliaria y de repente mis propiedades valieron mucho menos que la hipoteca que tuve que pagar. Luego, en 2012 llegó Black Friday y en PokerStars me dijeron que ya no operarían en los Estados Unidos. Dijeron que reducirían mi salario , el primero de otros recortes».
A los 50 años, Greenstein decidió destinar sus ganancias del poker a la caridad.
Sin embargo eso no fue el mayor pesar económico de Barry, es más ninguno fue relacionado con el poker. La pena viene de otra inversión, una que lo pudo haber hecho multimillonario de no haber tenido que solventar un difícil momento económico.
«Mi novia y yo siempre hemos leído muchos libros», dice Barry. «A principios de la década de 2000 descubrimos Amazon, que en ese momento era simplemente un servicio de entrega de libros. Nos gustó la idea, así que dejamos de ir a Barnes & Nobles (una de las cadenas de librerías más conocidas de Estados Unidos) y comenzamos a ordenar libros en línea. Cuando Amazon salió a la bolsa de valores, pensé: ‘ésta es una compañía que funciona demasiado bien, sólo puede crecer».
«En ese momento Jeff Bezos (CEO de Amazon y actualmente el hombre más rico del mundo) dijo que durante varios años no había cobrado un dólar de Amazon, porque reinvertía cada centavo de las ganancias en la misma compañía. Fue revolucionario, hubo compañías con pérdidas sensacionales que pagaban US$ 25 millones al año a su CEO. Con esa mentalidad, Amazon habría explotado».
Con ese panorama, Barry compró acciones de Amazon cuando valían unas pocas decenas de dólares. En los siguientes años, el valor aumentó mucho. En un momento, las acciones de Greenstein valían un millón de dólares.
«Tenía acciones de Amazon por un millón de dólares. No tenía intención de venderlos, pero había gastado mucho dinero y necesitaba el efectivo. Decidí vender las acciones y recoger el millón. Si no hubiera tenido esta necesidad económica, ciertamente no habría vendido».
Hoy, una acción de Amazon cuesta US$1.500. Si Barry las hubiese conservado sería multimillonario…
«Unos años más tarde, las acciones de Amazon que poseía habrían alcanzado los 660 millones de dólares. Hoy, valdrían más de mil millones. Esa era mi única oportunidad de convertirme en multimillonario. Hay un poco de arrepentimiento, pero con el tiempo me di cuenta de que el dinero es sólo dinero. Es importante, pero no lo es todo».