Por Jose Litvak

«Nuestros sentidos nos permiten percibir sólo una pequeña porción del mundo exterior«. Nikolas Tesla

En el mundo actual se le da una gran importancia al conocimiento racional y otros son subvalorados o, directamente, impugnados. Y no nos referimos sólo a los científicos o teóricos, sino a cada uno de nosotros. La intuición es la primera de ellas. Veamos de qué se trata.

La intuición sería algo así como la obtención del conocimiento inmediato de algo que nos rodea sin la activación de mecanismos racionales. Para buena parte de la ciencia tradicional, los sentidos pueden engañarnos. La forma en que percibimos el mundo (los colores, sonidos, olores, sabores, etc.) puede diferir según quién y cómo lo haga (¡y es una felicidad que así sea!).

Es obvio que, en juegos como el poker no podríamos prescindir del razonamiento y la deducción. Sin embargo, apelar a la intuición no es sinónimo de tomar decisiones aleatorias o caprichosas, sino hacerlo por un impulso o conocimiento que, si bien no es entendido, tiene un sustento comprensible.

En todos los órdenes de la vida, y en determinados momentos, muchos sienten “una voz interior” que les indica qué hacer. Entonces, “La intuición sería la solución de problemas realizada de modo inconsciente y basada en el conocimiento acumulado por la experiencia, la actividad profesional específica y la formación académica”.

Tanto nuestras facultades racionales como las intuitivas pueden ser objeto de una mirada diferente que ha cobrado cada vez más vigor en las últimas décadas, aunque Doyle Brunson les dedica un apartado en el primer Super System escrito allá por el año 1978. Sucede que la verdad pregonada por las ciencias, esgrimiendo la bondad de los métodos, es sólo una parte de ella; es sólo la verdad científica. Al parecer existen otras y aquella revelada por la intuición tiene su propio ámbito y su propio nivel de trascendencia.

No es descabellado sostener que buena parte de los más grandes inventos de la historia puedan atribuirse a la intuición (o, cuanto menos, al hilo conductor que los llevó a lograrlo). Albert Einstein dijo: “A la hora de hacer ciencia lo único valioso es la intuición”. En el ámbito del poker, Negreanu dice que, en su caso, esa voz es “un mecanismo interno basado en cientos de miles de manos jugadas que lo ayudan a uno a decidir qué debe hacer”.

El Dr. Gerd Gigerenzer (psicólogo)  explica que la intuición permite tomar decisiones más rápidas, ahorrando tiempo y energía mental y lo más interesante, dice, es que esas decisiones, muchas veces, son iguales o mejores que las que elegiríamos si nos tomáramos el tiempo de analizar todas las alternativas posibles. Entonces, cuando creemos que elegimos una alternativa no racional, quizás estemos decidiendo el camino más práctico. La ignorancia parcial sobre un tema puede ser, precisamente, el factor que nos despeje el camino para ver la mejor solución (¿será por eso que los burros nos ganan?).

En la mesa de poker, continuamente debemos tomar decisiones rápidas, precisas y con información parcial; entonces, será cuestión de deshacernos de prejuicios sobre eso que muchos llaman el sexto sentido y sobre un segundo mecanismo facilitador de la toma de decisiones: la heurística.

¿La heuro qué? ¿La heurística? ¡¿Qué es esto?! Espere y no se desespere porque, a pesar de su nombre, es algo sencillo e interesante… Pero hablaremos de ello en otra oportunidad.