MANIA PODCAST
El día que Daniel Negreanu rechazó un regalo de Navidad
Daniel Negreanu contó una divertida anécdota navideña en el podcast que hace junto a su esposa Amanda.
En el mundo de las inversiones pasa igual que en el poker y en la vida: para correr primero hay que gatear, para jugar High Stakes se tienen que haber batido otros límites de apuestas y para invertir hay que haber pagado todas las deudas.
Cada regla tiene su excepción y en este apartado también existe una. Sabemos que un jugador que se sienta a jugar las mesas más caras, no necesariamente superó los niveles anteriores, así mismo, alguien que tenga múltiples inversiones no es siempre una persona libre de deudas.
Para las finanzas personales existen las deudas buenas y malas. Las primeras son aquellas que generan algún ingreso extra, como puede ser el crédito para montar un negocio, mientras que del otro lado de la balanza están aquellas que no generar un ningún beneficio, por ejemplo, haber adquirido un compromiso a meses pagando intereses por el último celular que posiblemente quede «obsoleto» antes de haber liquidado dicha deuda.
Lamentablemente, la gran mayoría de las personas tiene algún tipo de las llamadas deudas malas, en un principio, y aunque no es el ideal, pueden ser planificadas y controladas. El punto negativo está cuando se comienza a pensar en inversiones teniendo la tarjeta de crédito está al tope.
En la actualidad y ante tanto bombardeo informativo sobre «el Santo Grial de la rentabilidad» una persona tiene que tener presente el siguiente escenario:
Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, se podría afirmar, casi de manera inequívoca, que siempre se debería pagar la deuda antes de pensar en invertir, ahora bien, volviendo a la excepción de la regla, si una inversión ofrece mayor retorno que el porcentaje que se debe pagar podría ser válida, aunque no del todo.
Para ejemplificar la idea anterior, se podría pensar en un crédito personal que tiene una tasa anual del 3%, mientras que una inversión tentativa ofrece el 7% de rendimiento, haciendo sumas y restas se debería concluir que con dicha inversión se podría pagar el porcentaje de intereses de la deuda y seguir obteniendo alguna ganancia, el problema es que estas matemáticas no son exactas.
Ninguna inversión en el mundo puede garantizar un % de rendimiento, y si algún instrumento lo ofrece posiblemente sea una estafa. Aunque existen tasas de referencia hay una máxima casi bíblica en las inversiones que dice «rendimientos pasados no garantizan ganancias futuras», por ello, sería muy arriesgado esperar salir de deudas con este tipo de práctica. Pensar en esto sería lo mismo salir a la calle a comprar miles de objetos con la idea de que se van a pagar con el cobro del primer lugar que se obtenga en el próximo torneo ¿Quién podría garantizar eso?.