MINDSET
Consejos para derrotar al maniático de la mesa
Aprende a identificar sus patrones y convertir su estilo en una ventaja estratégica.
Convertirse en un jugador de poker profesional que aparece en TV sentado en mesas con grandes cantidades de dinero y viajando para disputar los mejores torneos del mundo es el sueño de muchos, pero la realidad es que el camino es largo y cuanto más uno se adentra en él, pareciera que la realidad es otra y aquello queda en una especie de «sueño americano».
Los primeros pasos que se dan en el poker siempre son a manera recreacional jugando en partidas caseras, conociendo las salas por Internet y comenzando a reconocer algunas figuras del entorno mundial. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo y se le agarra el gusto, este juego comienza a consumir mayor tiempo en la vida de muchos y si han tenido buenos resultados, aún más. La pregunta de «¿Y si me dedico a esto?» comienza a retumbar con fuerza en la cabeza haciendo soñar despierto y sacando cuentas de las cantidades de dinero que podrían hacer para dejar ese trabajo o escuela que son tan aburridos.
El caso cierto es que entre llegar a vivir al 100% del poker y ser un jugador recreacional existe un gran número de personas, por no decir la mayoría, que deben alternar el tiempo que le dedican a las cartas con otras actividades para poder subsistir. Jugador semiprofesional es el término que se le da a este raro híbrido entre grinder y ciudadano común, aquel que ha entendido que el poker necesita cierto nivel de dedicación y estudio para lograr ingresos constantes pero no lo suficiente para dejar el trabajo o mantener el nivel de vida que tiene actualmente.
Este tipo de jugador se enfrenta a muchas complicaciones en el día a día. El más difícil quizás es explicar a su entorno el tiempo que necesitas dedicarle a las mesas para que la actividad sea rentable restando horas a las otras fuentes de ingresos prioritarias.
Debe levantarse todos los días a trabajar pero pensando en poker. Al terminar la jornada laboral, ya cansado, en casa hay que atender los asuntos familiares y además sacar el tiempo para poder dedicarle a las mesas.
Pero aún más complicado, ese tiempo restante no puede ser solo para jugar sino para revisar manos y estudiar. Al final del día se va a la cama contento o triste, según el resultado, para acostarse y seguir soñando con el poker.