La mente en juego: lo que el poker enseña sobre la vida
El nuevo libro The Poker Powered Brain propone al poker como una herramienta para entrenar la toma de decisiones con lógica y conciencia.
Durante años, el deal en el poker fue visto como una herramienta puntual para repartir premios cuando las diferencias de fichas eran grandes y las estructuras se volvían agresivas. Sin embargo, con el auge del poker online, la normalización de los pactos en vivo y el crecimiento de las bolsas millonarias, esta práctica se ha convertido en uno de los temas más discutidos en el circuito actual. Y es que el deal ya no solo divide premios: divide opiniones, pasiones y visiones del juego.
Lo que antes era una excepción hoy es regla. Un acuerdo entre jugadores antes de que termine un torneo ya no es visto con sorpresa, sino casi como parte del protocolo. Pero la pregunta sigue viva: ¿le hace bien al poker esta tendencia o está diluyendo su esencia competitiva?
Deal masivo de 15 jugadores en un torneo en Florida en marzo anterior
En marzo de 2025, el St. Augustine Championship en Florida fue escenario de un acuerdo que rápidamente dio la vuelta al mundo del poker. Con un buy-in de US$300 y 340 entradas, el torneo superó ampliamente su garantizado inicial de US$30.000, alcanzando un pozo total de US$83.200. Pero cuando quedaron 15 jugadores, todos acordaron dividir el premio restante en partes iguales, llevándose US$4.461 cada uno sin jugar ni una sola mano más.
“¿Es esto poker o una cooperativa?”, se preguntó con ironía un usuario en redes sociales, mientras otros defendieron la decisión como una forma sensata de asegurar ganancias y evitar la variancia de la etapa final.
Este tipo de arreglos, cada vez más comunes, han reabierto la discusión sobre el papel del deal en la estructura y narrativa de los torneos.
El debate sobre el deal en el poker también divide a las grandes figuras del circuito profesional. Para algunos, se trata de una herramienta legítima que responde a la realidad económica y estratégica del juego moderno. Daniel Negreanu ha defendido en varias ocasiones que hacer un deal no disminuye la competitividad de un jugador, y sostiene que “a veces, asegurar un resultado es simplemente la decisión correcta”, especialmente cuando las diferencias de stacks son grandes o los premios son significativos. Vivian Saliba
comparte esta visión y afirma que “negociar un deal forma parte de una gestión responsable del bankroll”, algo fundamental para cualquier profesional.
Sin embargo, también hay voces firmemente en contra. Phil Hellmuth , el máximo ganador de brazaletes en la historia de la WSOP, ha sido claro y tajante: “Nunca acepté un deal y nunca lo haré. Ganar significa ser el último en pie”. En la misma línea, Jonathan Little
ha expresado su preocupación por el efecto que estos acuerdos tienen en el espectáculo, asegurando que “el poker necesita drama, necesita historia… y los deals matan esa narrativa”. Por su parte, Patrick Leonard -gb- ha dicho abiertamente que prefiere perder sin pactar: “El poker no es una oficina. No vine aquí a repartir premios, vine a competir”.
La discusión se vuelve aún más tensa cuando el torneo tiene cámaras, trofeos simbólicos o importancia histórica. ¿Debe permitirse un deal en una mesa final de un EPT, un WSOP Circuit o un Triton Million? ¿Qué pasa cuando el público espera un campeón que gane en la mesa y no en una hoja de cálculo?
En el Triton Million for Charity de 2023, uno de los eventos más caros de la historia con £1.050.000 de buy-in, los tres finalistas –Dan Smith , Wai Kin Yong
y Stephen Chidwick -gb-– acordaron un deal por más de £15 millones, dejando solo un premio menor para el primer lugar.
“Queríamos enfocarnos en el juego, no en la presión financiera”, explicó Smith. La comunidad, sin embargo, no quedó conforme: muchos sintieron que se había perdido la emoción.
Aunque no siempre llegan a la prensa, hay casos reales que sorprendieron por la cantidad de jugadores involucrados en un solo deal.
El deal en el poker es hoy más que nunca una elección personal, una herramienta táctica… y una fuente de controversia. ¿Se debería limitar su uso en torneos de prestigio? ¿Es una forma válida de proteger el bankroll o un atajo que le quita valor al título?