El reloj marcaba las 04.55 de la madrugada del martes, que lentamente iba iniciando, y lo que también comenzaban eran los festejos del campeón argentino de poker en Casino Club Santa Rosa. Porque después de una última jornada de 14 horas, Julián Simone se alzó con la gloria en la parada que lo había visto caer en tercera ubicación hacía poco más de un año. Este bahiense cumplió su objetivo cuando menos lo había pensado: es que estuvo hasta último momento diciendo que no iba a jugar.
La elegancia de Simone… «¡Para qué te traje!»
«La realidad es que no venía. Hasta un rato antes del viernes, estaba con que no iba a ir. Mi amigo Walter Stremel, -a quien apunta con el brazo- me llamó y me insistió para jugar, y al final estuvimos acá. Esto es una sorpresa porque casi que no me vengo».
Es que así es el destino. Cuando marca que éste es tu momento, nada se puede interponer a su voluntad. Y hoy eso, este recreacional que es un apasionado de la actuación, lo entiende muy bien porque lo vive en carne propia. «Estoy, la verdad, que muy feliz y por muchas razones: primero porque era una materia pendiente porque había quedado tercero el año pasado; y otro poco porque fue un torneo con muchos altibajos. Acá había gente que jugaba muchííííííííííísimo -estira así la primera í- mejor que yo. Me siento lleno de alegría y de felicidad porque disfruto mucho jugar al poker».
Y vaya si se nota. Los atuendos elegantes que usa Julián en cada torneo que va a jugar, y su verborragia, con «¡Lo que ligan estos locos!» y a «la virgencita que todo lo ve» como frases características, descubren que Simone se siente como pez -y no de los que juegan mal al poker- en el agua.
Julián juega siempre con una pilcha diferente
«Ése soy yo. No es un tell, no es un acting. Así soy yo. Entiendo que hay jugadores que encaran el torneo de una manera más profesional, y sé que a veces me pongo un poco cargoso, pero yo me vengo a divertir. Obviamente que todos queremos ganar, pero yo disfruto de estar en las mesas con gente y con los que son recurrentes en los torneos. Eso es un placer para mí y así lo disfruto».
Y no solamente pasa un buen momento, sino que también se queda con una enseñanza: «No es por sobarle el lomo a nadie», advierte, «pero a la mayoría de los chicos con los que estuve en la mesa final, les agradecí lo que aprendí. Esto lo digo con un dejo total de humildad. Acá estaba quienes encaran el poker de otra manera: tienen otros conocimientos, otros conceptos, diferentes entrenamientos. Por eso creo que todo el tiempo aprendés cuando le prestás atención a cómo juegan».
-Sin embargo, el campeón hoy sos vos…
-Sí, pero la parte de fortuna, de suerte o de oportunidad, se da en las cartas. Hay momentos en que se te viene una seguidilla de manos que te traen fichas como loco y no parás de ligar. A veces te tiene que tocar esa cuotita de fortuna que hay que tener para ganar. En cualquier torneo, si no la tenés de tu lado, no hay manera. Si no metés un bad beat, si no se te da un riverazo, si no bajás perdiendo y después te quedás con el bote, no podés. Fue un acierto haber ligado oportunamente y haber sido muy paciente.