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El mago no encontró la magia y perdió un pozo de US$323K
Antonio Esfandiari volvió a las mesas televisadas y a pesar de que sus poderes fallaron una vez, al final de la noche fue el máximo ganador.
La leyenda viva del poker mundial Dewey Tomko sigue entregando sabrosas anécdotas de los comienzos del poker en Las Vegas y de los que fueron los pioneros en hacer de este deporte lo que es hoy en día.
Hace unos días Tomko había hablado sobre uno de los secretos de Stu Ungar y ahora, en otra entrevista con el sitio PokerNews, repasó historias de otra leyenda contemporánea, Doyle Brunson , con quien tuvo una muy buena relación de amistad en la mesa, de ésas que solo se vivían en aquella época en la Ciudad del Pecado.
«Hoy las cosas han cambiado. No quiero demonizar nada y ni siquiera sé si lo que veo es correcto o incorrecto. Ciertamente el poker moderno atrae a una increíble masa de jugadores y viaja a ritmos imposibles de comparar con 50 años atrás. Pero veo jugadores que se aíslan de todo y de todos en la mesa, inmersos en su música, sus pensamientos y demás. Repito que no puedo decir cuál es el mejor enfoque entre las dos épocas, pero en mi corazón traigo tantos momentos emocionantes a la mesas».
Y es ahí donde Doyle juega un papel fundamental porque para Tomko, el gran motivo de esta hilaridad en las mesas era por la presencia de Brunson.
«Fue un espectáculo dentro del espectáculo. Él entretuvo a todos en las mesas. Contaba chistes y todos se reían sin parar. El problema para ellos era que, mientras se reían, Brunson ganaba las manos y los limpiaba casi todas las noches. Una de las tácticas más brillantes que he visto en la mesa de juego. En la práctica, desviaba su atención, hizo que todos se sintieran cómodos, pero cuando era el momento de ganar las manos, él siempre aparecía. Y a pesar de que estaban perdiendo, estaban igualmente felices y aún regresaban».
Doyle ganaba con estilo en las mesas, sabía que debía secar a sus rivales, pero también mantenerlos en las mesas así que siempre buscaba entretener a sus rivales.
«Doyle siempre ha estado un paso por delante de todos. Siempre supo que estos oponentes tenían que ser respetados y alentados a regresar más tarde. Desde el rico hombre de negocios hasta el amante asalariado, los ricos aburridos, los hijos de papá y, finalmente, las estrellas del espectáculo o los turistas con una hermosa billetera. Gana, pero sin hundirlos totalmente. Para que puedan volver muchas veces más».
«Siempre vuelvo a repetir que en los años 70 el flujo de jugadores era una milésima en comparación con la cantidad de jugadores que se pueden ver hoy en día en las salas de juego. Por lo tanto era importante preservar el acuario y no llevarlo a la destrucción completa. Y Doyle Brunson era un maestro en este aspecto».