LATINOAMERICA
CDP de Lima: ahora se vienen las mejores manos
El Main Event del Círculo Dorado de Poker superó su garantizado al término de sus ocho vuelos iniciales; este sábado larga la recta final al título.
Lo que se conoce y está en el recuerdo de todos los argentinos, es el hecho del 10 de diciembre pasado, cuando un militante opositor le arrojó una botella al reciente consagrado presidente de Argentina, Javier Milei, mientras el máximo dirigente del Gobierno recorría la Avenida de Mayo junto con su hermana Karina en un auto descapotable en dirección a la Casa Rosada, flanqueado por la gente que lo había ido a vivar y saludar. No fue el caso claramente de Gastón Mercanzini, que tenía otros antecedentes, como en el casino…
Conocido el incidente por el que el objeto lanzado terminó lastimando a un policía, se empezó a hurgar en la vida del sujeto, al cual se le encontró en sus redes sociales imágenes junto con referentes del Frente de Todos (para los que viven fuera de la Argentina, sería el Peronismo de hoy o al menos una gran fracción) y expresando su repudio a la flamante administración.
Dos días después, prácticamente acorralado, Mercanzini decidió entregarse en un canal de televisión. “Quiero pedirle disculpas al Presidente y a su hermana. No quise lastimar a nadie, no tuve ninguna intención de hacerlo. Yo no tengo militancia política, las fotos que aparecieron en los medios con dirigentes políticos me las saqué de cholulo”, dijo después en su declaración indagatoria.
Desde entonces se corrió el velo y se supo del pasado de Mercanzini. Había sido funcionario de Cultura de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, es adicto, fue condenado anteriormente y terminó viviendo en la calle. “Esa semana, del 3 al 10 de diciembre, me emborraché tres veces. El día del episodio estaba borracho. No sé qué se me cruzó por la cabeza. Estaba dolido al escuchar que para el Presidente electo el plan de convertibilidad era bueno. Me afectó mucho eso. Escuchar en la plaza que la gente aplaudía, que estamos mal, pero que la vamos a pasar peor, que los Falcon verdes…”, se trató de justificar. No le creyeron y lo llevaron a juicio por haberse probado que estaba en sus cabales en el momento del hecho.
Desde entonces, Mercanzini está preso en el penal bonaerense de Marcos Paz esperando el juicio oral para el cual fue citado el 8 y 9 de mayo, o sea en poco más de una semana. Por el ataque, el fiscal Gatón Rívolo lo acusa del delito de lesiones leves contra Milei y syu hermana en grado de tentativa, y de lesiones consumadas para el custodio. La pena máxima por esa figura penal es de dos años de prisión.
El problema que se le presenta a Mercanzini es que padece sobre él una condena anterior dictada en Concepción del Uruguay a tres años de cárcel (hasta ahora de ejecución condicional) por abuso sexual simple, lesiones leves dolosas calificadas en función de la relación de pareja y mediando violencia de género, lesiones leves y desobediencia judicial. La denunciante era su ex pareja y madre de sus hijos. Justamente este hecho, sumado al otro, es el que lo puede dejar en la cárcel de forma efectiva. Y más…
Según informa Infobae, este hombre, evidentemente habitual de mantener algunas costumbres dudosas, protagonizó un hecho en el Casino Buenos Aires. Mientras avanzaba el proceso por el botellazo, el fiscal Leonel Gómez Barbella acusó a Mercanzini por el hurto de dos fichas y el intento de apropiarse de otras 13.
Las pruebas analizadas determinaron que en la noche del 18 de junio de 2023, en el interior del Casino de Puerto Madero, Mercanzini se robó dos fichas de $1.000 cada una de la mesa de Craps 2. Pero de ahí el posterior agresor de Milei se fue hasta la mesa de Midi Punto y Banca, se sentó en el lugar de un jugador momentáneamente ausente y al cabo de unos minutos tapó disimuladamente con su campera ocho fichas: dos violetas por un valor de $5.000 cada una y seis amarillas por un monto de $10.000 cada una. Mercanzini se las llevó, hasta que un jugador sentado a su lado le dijo que lo estaba viendo, que las dejara. Mercanzini volvió sobre sus pasos, las soltó y se alejó de la mesa.
Quizá descontento por no haber cumplido su objetivo, Mercanzini enfiló entonces hacia otra mesa, de Tripoker, y pidió cambiar dinero mientras tomaba una pila de cinco fichas por un valor de $1.000 cada una, pertenecientes a otro cliente. La encargada del sector lo detectó, se acercó a la mesa y le exigió su devolución.
Al cabo, los custodios del lugar sacaron del establecimiento a Mercanzi, que los denunció. Las cámaras que se analizaron probaron los movimientos mencionados que había hecho el ahora celebre imputado, con destino a pasar un tiempo tras las rejas.