Inicio > Del PCA al infierno: un historia de terror en Bahamas

Hoy en nuestra sección Historias de la Cripta… ¡Momento! No hay tal cosa en CodigoPoker. Toda la razón, pero al leer la siguiente nota, que tiene relación al PCA que este fin de semana concluyó su versión 2023, quizás deberíamos hacer una. Esta narración surgió en los foros de Two Plus Two de la mano de un usuario llamado PCA_Refugee y su relato es digno de un libro de Edgar Allan Poe.

Todo comienza en el 2016 luego de que este jugador cobrara en un torneo del PokerStars Caribbean Adventure (PCA) -no especificó el año. Sumido ante la duda de cómo poder sacar su premio fuera de Bahamas Flag of Bahamas (las personas no pueden llevar más de 10 mil dólares en efectivo al pasar la aduana), decidió recolectar consejos para evadir dicha norma. Pero ésa fue su peor idea, porque lo pillaron, llevaron a juicio y le confiscaron el dinero.

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Bahamas: El paraiso en la Tierra

De por sí, lo anterior es tildante, pero el destino le tenía deparado algo aún más horrible. Tras salir del juzgado de vuelta al aeropuerto, PCA_Refugee vio cómo una dama, al más puro estilo de Dana Scully, lo tomó del brazo y se identificó como agente de inmigración. “Acompáñeme, necesitamos aclarar un asunto”.

Ante la inexpugnable invitación, a nuestro amigo no le quedó de otra que acceder. “Tenemos un sitio en donde se pueden quedar, es como una residencia. Allí pueden comprar comida y otras cosas”, acusó la agente.

En medio del traslado y ante las lógicas preguntas sobre el lugar al cual los estaban llevando, uno de los agentes le dio un consejo de esos que dejan helado. “Cuando lleguen al sitio, confiscaremos su teléfono, equipaje, pasaporte y dinero, por seguridad. Ten consigo algo de efectivo para que puedas comprarte algo allí. No te dejarán acceder a tus cosas mientras estés ahí. Coge ropa, libros o lo que necesites para pasar las cuatro siguientes noches”.

Ante esto, PCA_Refugee, quien le había mentido a su familia para no preocuparlos, decidió contarles y mandó un mensaje diciéndole lo sucedido, que se contactaran a la embajada y que se preocuparán por él.

Al llegar al sitio, sus miedos se hicieron realidad, de hecho, fueron peores a lo que imaginaba. El lugar era un campo de refugiados rodeado de alambres de púas y custodiado por guardias armados.

Entre la desolación del lugar, se dio cuenta que estaba rodeado de personas hacinadas, unas 200 según le contaron, la mayoría de ellos balseros procedentes de Haíti o Cuba: 15 literas, 60 colchones rajados, una manguera en medio del patio como única fuente de agua potable, heces por todos lados, ratas y personas demacradas. Así era el dantesco escenario en el que PCA_Refugee se vio involucrado de un momento a otro.

Estaba encarcelado, sin más, y fue testigo de condiciones inhumanas. Cuenta que a una persona que fue herida por el motor de una lancha lo curaban los mismos refugiados en medio de condiciones insalubres, ya que no tenían ningún tipo de atención médica.

La comida era otro tema de temer: sólo recibió dos minúsculas porciones diarias, que fueron una cucharada de avena, papas o avenas, con una lata de carne o pescado.

Los guardias abusaban física y psicológicamente de los cautivos, muchos de ellos llevaban meses ahí, otros poco más de un año. Los custodios extorsionaban a los internos pidiéndoles dinero para conseguir mejores suministros.

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Bahamas: el infierno en la Tierra

Y así paso los días, viendo cómo las personas exigían que los trasladarán fuera del recinto y los extraditarán. Cualquier intento de comunicación con el mundo exterior eran en vano, habían una gran cantidad de cabinas, pero ninguna funcionaba.

El mensaje de PCA_Refugee que hizo antes de entrar a su infierno en la tierra, dio como resultado que su mamá pudiese localizarlo y tras una gran insistencia logró hablar con él por cinco minutos.

En la tercera mañana le llevaron un formulario para llenar y le prometieron sacarlo de ahí por la tarde. Al día siguiente aún seguían viviendo el calvario.

Tras cinco días de angustia, PCA_Refugee fue sacado de allí y sentado en un avión, aun temblando, seguía teniendo la pesadilla de lo vivido. Al llegar a su destino, se compró una botella de agua, tras acabarla, al rato, se dio cuenta de que aún la llevaba en la mano, como lo hacía durante su cautiverio.

Más allá de la anécdota relacionada con el poker, preocupante es la situación que viven algunos seres humanos que buscan una mejor vida en otros lugares y por ello son tratados como seres inferiores y abusados indiscriminadamente. El tema de la inmigración es un debate constante, pero hay algo inexpugnable, los derechos humanos y ellos son únicos e irrefutables en cualquier condición.

En fin, como moraleja para todos los que vayan a jugar poker a otras partes, recuerden, sean cuidadosos con las leyes de los países a los que visitan. Nunca se sabe cuándo una falta a las normas se pueda convertir en una historia de terror.

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