La cara de Phil Ivey tras perder el pozo más grande en la historia del poker televisado es una imagen difícil de borrar. Un cooler de coolers, escalera contra escalera, jugando de a tres y ante Tom Dwan . ¿Se puede ser más desdichado? Por suerte tenemos a Doug Polk para que nos explique por qué sucedió lo que sucedió y por qué Ivey no tenía escapatoria. ¿O sí?

La plata, por favor.

A simple vista uno diría «de esta no me puedo zafar. Si tiene escalera más alta, lo felicito». Y hasta puede ser válido… en la mesita con amigos, jugando por poca plata. Pero cuando cada jugador tiene más de medio millón de dólares en la mesa, las cosas cambian. Antes de perder un par de departamentos en una mano de poker, hay que revisar una, dos y hasta tres veces cada decisión que uno toma. En este caso uno puede analizar una y otra vez las cosas, pero el resultado siempre será el mismo: Phil se va a pelar.

¿Concuerdas con Polk?