«Odio que me cuenten bad beats«. Así, con esas palabras, Damián Salas se despedía de Las Vegas hace un año, cuando también se había ido del Main Event sin demasiada suerte. Este año el asunto es totalmente diferente y más doloroso: el argentino volvió a perder injustamente pero nada menos que en la mesa final del Mundial…
Ese bad beat que llegó con el maldito 5 que le cayó a Dan Ott en un river fatídico, esta vez, costará mucho más olvidarlo. «Son las cosas que tiene el poker, nunca pensé que la podía perder», fue la explicación de Salas, completamente resignado y aún estropeado, ante las cámaras de CodigoPoker en Las Vegas.
Un 14% tenía Ott. Y le salió. Qué mala suerte
«Me tenía una fe bárbara, estuve surfeando siete horas -cuatro del jueves y tres el viernes- como el shortstack y me sentí muy calmo y tranquilo en todo momento como para no precipitar ninguna decisión», explica Salas, a quien le sobró paciencia para buscar la mano adecuada.
Tanto es así que cuando se jugó tenía menos de nueve ciegas. «Sí, viene esa mano, que era muy buena por mi condición, y decidí jugarla. Encima, honestamente, a Ott lo he visto cometer algunos errores básicos entonces la jugué como la jugué, pero a veces lo básico se transforma…», se lamenta este abogado (retirado) de 42 años oriundo de Chascomús.
«Estuve toda la mesa final sin ver una carta y de hecho, las dos manos que gané fueron por un push de A-5 off y K-6 suited… Estoy muy orgulloso de mi disciplina, la quietud, la calma… Hice lo correcto de acuerdo a mi stack y la dinámica de la mesa. Si hubiese ganado esa mano me iba a unas 13 blinds y la verdad, me sentía muy fuerte en esa mesa. Por ahí suena soberbio, pero no había cuatro monstruos. Pasa que nunca pude armar stack. Más allá de Pollack , la mayoría cometió errores conceptuales que me entusiasmaban. Me tenía fe…«.
Todos te la teníamos, Pampa. Por eso odiamos a los bad beats…
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