Inicio > A fondo Con: Johnny "Orient Express" Chan (Parte I)

Johnny Chan es uno de los íconos del poker mundial. Inmortalizado en la película de Rounders, ha disfrutado de grandes éxitos en las mesas y durante mucho tiempo fue considerado uno de los mejores jugadores del planeta, siempre avalado por sus resultados tanto en torneos como en partidas de límites estratosféricos.

Chan vivió sus mejores momentos a finales de la década de los ochenta cuando logró ganar de forma consecutiva el Main Event de la World Series of Poker en 1987 y 1988. Por si esto fuera poco, volvió a llegar al Heads-Up del torneo al año siguiente pero en esa ocasión tuvo que ceder el triunfo a un jovencísimo Phil Hellmuth. Aún así, Chan cuenta con diez brazaletes de la WSOP y ha sido un ganador consistente de las partidas de Mixed Games en el Bellagio durante muchos años.

Conocido en las mesas como «Oriente Express», Chan debe ese apodo a su actuación en un torneo llamado America’s Cup que organizó Bob Stupak, el dueño de Vegas World Casino. La mesa final tenía a Johnny Chan como uno de sus integrantes y en solo dos horas él se quedó con todas las fichas eliminando a todos y cada uno de sus rivales. «Johnny, destrozaste a esos jugadores», le dijo Stupak, «Fuiste como el Oriente Express».

A partir de ese momento no sólo se dejó conocer con ese sobrenombre sino que también fue una expresión de su estilo de juego: agresivo hasta quedarse con todo.

Chan fue un inmigrante que llegó de Hong Kong a los Estados Unidos junto a su familia en 1968. Se estableció en Arizona y recuerda con humor que en los primeros meses en ese nuevo país sólo conocía dos palabras: Sí y No. Con esas dos armas contestaba a todas las preguntas que le realizaban pero, aunque todavía tenía que aprender inglés, sus resultados en la escuela, especialmente en matemáticas, fueron muy buenos.

A los pocos años Chan, siguiendo la tradición familiar, comenzó a ayudar en el restaurante de su familia y hacía todo tipo de actividades. Según dijo, allí aprendió el valor del dinero y una lección que le ha ayudado durante toda su vida: El dinero es difícil de ganar y fácil de perder. Y cuando lo pierdes, recuperarlo es más difícil aún.

Pero el restaurante no sólo le enseñó lecciones sino lo que, más tarde, sería su medio de vida: el poker. Durante los fines de semana y después el negocio cerrara, Chan se enfrascaba en interminables partidas practicando todas las modalidades posibles: Dr. Pepper, Mexican Square, Holdem, Omaha, Stud y otras más. «La gente que jugaba en la partida eran clientes del restaurante, empleados y amigos», dice Chan, «En una buena noche podías ganar veinte dólares, una cifra muy buena para un adolescente».

Las partidas comenzaron a hacer más grandes y pronto Chan se encontró disputando pozos con cantidades de dinero importantes: «Recuerdo haber pensando varias veces ¡Wow, realmente se puede ganar dinero jugando poker». Su bankroll comenzaba a crecer pero rápidamente tuvo un gran tropezón: fue a Las Vegas a pesar de ser menor de edad y en menos de una hora había perdido $2.500 dólares, todo su dinero, en las mesas de dados y Blackjack.

Chan estaba desolado y, sin dinero, comenzó a caminar por el famoso Strip hasta llegar al Golden Nugget, un legendario casino de Las Vegas. Para su sorpresa, descubrió que había mesas de poker y se lamentó aún más por no tener dinero para poder sentarse. «Decidí usar $200 dólares que me permitía mi tarjeta de crédito», recuerda Chan, «Me senté a jugar en una mesa de $10/$20 Limit y 36 horas después tenía $30.000 dólares».

Con la confianza restaurada y los bolsillos llenos de dinero, Chan aceptó la invitación del gerente del casino para quedarse un par de días más con todo pagado. Horas después, había vuelto a perderlo todo y regresó a su casa en bancarrota. Esta situación se repitió en varias ocasiones más: Chan era un gran jugador en las mesas de poker pero perdía todo el control en las mesas de casino.

Cuando cumplió 21 años, Chan abandonó la universidad y se mudó a Las Vegas con el objetivo de convertirse en un jugador profesional de poker.

Su familia no tomó muy bien la decisión y su padre incluso le dijo que si esa era su meta no podía volver a poner los pies en el hogar paterno. «Un día seré rico y campeón mundial», anticipó Chan, «Manejé mi auto hasta Las Vegas y nunca miré para atrás».

Cha tenía aún muchos problemas por resolver, especialmente los que involucraban despilfarrar todas sus ganancias de poker en las mesas de dados o blackjack. Con el tiempo pudo mantener el control y en 1985 su carrera dio el salto definitivo cuando ganó su primer brazalete de la WSOP en un evento de Limit Holdem. Un premio de $171.000 dólares no era poca cosa y para Chan significó tomarse las cosas realmente en serio para hacerse una leyenda.

Esta es la primera parte del perfil de Johnny Chan. La segunda y última parte se publicará el próximo lunes 26 de agosto.

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