Internado por una sobredosis, Leon Tsoukernik lucha por su vida
El millonario checo, exdueño del Kings Resort, está internado tras haber sido encontrado incosciente en su mansión.
La demanda de Phil Ivey contra el Crockfords Casino ya es caso cerrado. Después de años de litigio la batalla llegó hasta la Corte Cuprema del Reino Unido y finalmente allí se desestimó el caso. ¿Por qué? Puedes ver las razones que dieron desde AQUÍ. Sin embargo, la postura de la dos veces campeona del EPT Victoria Coren , ex embajadora de la sala de la pica roja, es otra. Para ella, Ivey ganó simplemente porque cuando entra a un casino, la persona más inteligente de la sala es él. Y así lo escribió en su columna para el periódico The Guardian.
A continuación les dejamos un extracto traducido por nuestros amigos de Poker-Red:
No me malinterpreten, me considero una buena jugadora de poker. Pero sería algo así como un Tim Henman para el Roger Federer que representa Phil Ivey. Es un jugador mágico, único. Sus actuaciones se salen de la ecuación entre matemáticas y psicología. Es como si pudiera ver tus cartas.
Permítanme aclarar: él no puede ver tus cartas. Él no es un tramposo. Desgraciadamente, esto no es lo que consideraron los cinco magistrados de la corte suprema que el pasado miércoles fallaron a favor del Crockfords Casino para no pagarle los 7.7 millones de libras que Ivey ganó en sus mesas de punto banco en 2012.
La organización del casino, los medios e Internet en general han hecho mucho ruido acerca de la derrota de Phil Ivey. Lo catalogan como una victoria para la casa. La casa siempre gana, dicen.
Pero, ¿es tan simple como eso? Una vez más, como sucede a menudo entorno a Phil Ivey, creo fue subestimado.
Primero y principal: ¿hizo trampa? Phil y su compañera se dieron cuenta de que las cartas del Crockfords tenían una imperfección asimétrica en el patrón de su dorso. Persuadieron al croupier para que le diera la vuelta a algunas de ellas por superstición, y lo hizo. Eso le permitió, básicamente, saber qué carta iba a ser la siguiente.
No tocó las cartas en ningún momento, no condicionó al croupier ni se escondió en ningún momento. Actuó abiertamente. Cualquier persona inteligente podría haberse dado cuenta de la situación. Lo único que sucedió fue que la persona más inteligente que aquel día había en la sala era Phil Ivey. Como es habitual. Como ya he dicho en algún ocasión, no creo que le hiciera trampas al casino, sino que descolocó al casino. Son cosas distintas.
¿Estoy yo en lo cierto? ¿Quién sabe? Estas cosas son muy subjetivas […].