«Un día la gloria; otro la ruina», sería el refrán perfecto para describir la vida de un jugador de poker. Si el día de mañana le tuviera que recomendar un trabajo a mi hijo, ¿estaría el poker entre ellos? Son muchas las oportunidades que te da este juego, pero, a veces, a un precio demasiado elevado.
Una mañana estás en las playas de México y al día siguiente te encuentras caminando por la rambla de Barcelona. Suena perfecto, ¿no? Pero si escuchamos los costos, quizás no tanto. Noches de desvelo, amaneceres de angustias y tardes de preocupaciones. Todo este combo, te lo puede dar un solo juego… el poker.
Un martes cualquiera, ganas un premio equivalente a un auto y un domingo de invierno pierdes un departamento. La vida del profesional de poker tiene esos altibajos que, si no estás preparado psicológicamente y psíquicamente, te pueden envolver en una tormenta de difícil escapatoria.
Los tiempos no son tiempos. Un día te duermes de mañana y otro día amaneces de noche. Siempre la rutina diaria se ajusta a la grilla de torneos y al horario de mayor tráfico. Parece soñado, no tener a un jefe que obedecer, pero, en ocasiones, se convierte en una pesadilla ser el responsable de todas las acciones.
Blom, alguien que sabe de estar parado y en bancarrota.
Un día te hospedas en un hotel 5 estrellas; al mes, quizás, le tienes que pedir un lugarcito a un amigo. Todo cambia, todo es efímero. El que ayer fue el mejor, hoy es del montón. Dicen que sin disciplina no hay éxito, en el poker, sin en esa palabra te vas directo a la bancarrota.
El poker no es para cualquiera. Puedes ser el que mejor entiende el juego, pero si no respetas ciertos ítem, te fundes. Sin una gestión de Bankroll, ni siendo el Messi de este deporte mental, puedes triunfar. La perseverancia, el esfuerzo y la responsabilidad tarde o temprano derrotaran al talento.
Sin ir más lejos, uno de los mejores jugadores del mundo, Daniel Colman , describió al poker como algo nocivo: «Me preocupa que la gente quiera promover el bien de este juego cuando tiene un efecto neto negativo sobre quienes lo practican, tanto financiera como emocionalmente».
Conocemos su lado oscuro, pero qué difícil sería imaginarnos una vida alejada de él. Dinero, pasión, vocación… ¿Será un viaje de ida, pero sin retorno? Sea como fuere, estamos subidos a ese tren y -al menos por ahora- no tenemos intenciones de bajarnos.
¿Y ustedes?