Cuando un jugador se sienta frente a la computadora, abre sesión en una sala de poker online y se sienta en una mesa, desconoce todo el trabajo que hay detrás tanto de programación como de ciberseguridad para brindar la mejor experiencia de usuario posible sin que se corra ningún peligro de hackeo.
Aunque últimamente los principales actores de la industria han estado centrando sus esfuerzos en evitar que los jugadores tramposos dañen a otros clientes, existen otras amenazas externas que pueden comprometer el sitio y es por ello que hay especialistas dedicados a trabajar en constantes mejoras para evitar posibles ataques.
En una reciente publicación, la empresa especializada Slotegrator preparó un artículo donde explicó los principales focos de vulnerabilidad que ya ha afectado a varios sitios de apuestas y salas de poker en el pasado con ataques de escaneo de puertos, DDoS, inyecciones SQL y ransomware.
Recomendaciones de ciberseguridad
Entre las principales recomendaciones, destacó que hay que tener los softwares actualizados. Cada vez que se pida que se descargue alguna nueva versión, más allá de los cambios visuales que se puedan incluir, por lo general también hay parches de seguridad actualizados que son importantes instalar.
También es importante recordarle a los jugadores que cuiden los archivos que abren y descargan en sus computadoras cuando navegan por Internet. Algunos de estos son pequeños programas maliciosos que aunque no afecten a la sala de poker directamente, sí pueden brindar acceso a otra información sensible como usuarios y contraseñas.
En cuanto a los operadores de poker, se les recordó la importancia de tener a su personal de ciberseguridad actualizado con las últimas tendencias y en constante formación.
También es importante que la ley está de su lado. Los operadores del mercado negro sin licencia son un objetivo prioritario para los piratas informáticos.
Dicho informe también recordó que en la industria del iGaming en general, los ciberataques ha ido aumentando escandalosamente a un ritmo del 1.000% anual, con un coste medio de 3.1 millones de libras para los operadores.