Poco más de una hora llevaba Damián Salas como campeón del mundo cuando se sentó a hablar en conferencia de prensa –por Zoom, por supuesto, por donde pasa la vida desde hace meses–. Eran las 5.30 de la mañana de Argentina, las 0.30 de Las Vegas, y a él la sonrisa no se la iba a borrar nadie.
La camisa (¡qué camisa!) seguía impecable y su rostro relucía más que nunca. Sentado junto a Sarah Herring , la periodista de PokerNews que condujo la conferencia –la única acreditada en la burbuja de Las Vegas donde se jugó el heads-up–, Damián respondió preguntas de varios medios incluido CodigoPoker, el único de la región en participar.
«Estoy realmente muy emocionado, no juego por el dinero, juego por el desafió, por el amor al poker, por ser cada vez mejor, así que me enorgullece todo mi trabajo», fueron las primeras palabras de un emocionado Salas, que respondió en español cada pregunta que la traductora asignada le trasladaba.
Uno de los tópicos, por supuesto, fue el tremendo heads-up que acababa de jugar, en el que estuvo al borde de la eliminación en múltiples ocasiones e incluso llego a batallar con cinco ciegas. «Eso es parte de la magia del poker, adrenalina pura, una montaña rusa de momentos que te lleva del piso a la cima del universo, lo que pasó en la mesa fue poker en su máxima expresión«, resumió con maestría Salas. «Trabajé mucho tanto para los buenos momentos como para los malos y así poder brindar mi mejor versión cada vez».
¿Pero cómo se hace para no irse de la cabeza en momentos tan desfavorables? «He trabajado para salir de las malas situaciones, conservar la calma, mantenerme enfocado y optimista. Hay que reconocer que eso es parte del juego y en función de eso, todo lo dejo ser y solo hago mi mejor parte», explico, como si fuese sencillo.
«Joseph Hebert fue un adversario muy duro que jugó muy bien, me tuvo en dos ocasiones contra las cuerdas, para ganarme, fueron dos all-in en los que me pudo haber ganado y después dio una gran lucha, nunca bajó los brazos», reconoció Salas a su rival.
No le hablen de revanchas
Si hay algo que Salas tiene muy en claro es que lo de hoy no es una revancha de aquella mesa final que jugó en la WSOP 2017, cuando perdió en el séptimo puesto con un doloroso bad beat. «Para empezar, en 2017 tuve un stack nada que ver con este de hoy, en aquel momento jugué bien pero no pude desplegar mi juego porque estaba muy short», diferenció el argentino de 45 años.
«Además, acá claramente los planes que uno pueda traer, sobre todo por tratarse de un heads-up, pueden cambiar. Un mano a mano es estar continuamente ajustándose a la dinámica de las mesas y acomodándose al adversario para en función de todo eso armar diferentes líneas que pueden cambiar en minutos», continuó con su análisis de lo sucedido.
«Hoy me siento un jugador de élite y eso es lo que me causa muchísimo orgullo, al igual que en 2017 sigo perteneciendo a ese grupo de 50 jugadores de élite y ese es el desafío».
«Le agradezco a toda la comunidad de Argentina y de Latinoamérica que siempre muestra su amor y su respeto, estoy muy agradecido, me siento un privilegiado», cerró Salas.