Por José Litvak

Con big stacks, podemos apostar la cantidad que deseemos. El límite de nuestras pérdidas o ganancias es el tamaño de la pila ajena.

Los short abandonarán las rondas más frecuentemente, por lo que se facilitan los robos.

Si un big stack sube preflop, los pares medianos, los conectores suited y, por ejemplo, los A-J de los short o medium stacks seguramente se van a foldear.

Las pilas grandes fuerzan los errores ajenos y esa ventaja puede aprovecharse aún más contra los jugadores mediocres.

Con muchas fichas hay mayor margen para elaborar engaños, hacer slowplay, flotar o pergeñar bluffs.

No obstante, así como podemos influir en el juego, los oponentes pueden hacer lo mismo contra nosotros, sea con manos genuinas o engañando, ¿por qué?

Amamos tener fichas.

Porque recibir apuestas altas de los short stacks debería suponer:

1. Que llevan un muy buen juego
2. Que tienen una alta dosis de audacia (o de impericia).

Jugar con big stacks depara resultados extremos, perdemos o ganamos más, y hay que estar dispuestos a correr el riesgo.

Es más complejo, y más aún en el turn y en el river, porque allí se pagan los errores de las acciones anteriores. Por eso, las decisiones preflop siguen siendo las relevantes.

El impulso de las pilas grandes, a veces irrefrenable, de entrar en juego o de ver el flop, porque pueden “bancarlo”, los sumerge en un descalabro dañino.

Y peor aún, si insisten en encontrar la forma de enmendar la equivocación. Por eso, hay que planificar la ronda con antelación, desde el principio.

También es importante presionar para llevarse los pozos no disputados y robar las ciegas.

Si bien podrían parecer pequeños, suman más de lo que nos imaginamos, molestan y generan desgastes emocionales que inducen a los otros al error.

Los big stacks también deben retirarse de la mesa y separar ganancias. Si se superan las 150bb, es el momento. Esperemos que nos llegue el botón, para seguir recibiendo cartas gratis, y luego entremos en otra con 100bb.