Por José “el Profe” Litvak
Este artículo es uno de los más especiales que alguna vez he escrito, dado que pasó a la inmortalidad (y no en el sentido de que “se murió” precisamente).
Lo que usted leerá a continuación, estimado lector de contenidos de PensarPoker a través de nuestros PokerAmigos de CódigoPoker, es lo que luego quedaría inmortalizado en la edición latinoamericana del afamado libro de Doyle Brunson, cuyo subtítulo es “La Biblia del Poker”, a modo de presentación de la obra de poker que más ediciones ha vendido no solo en español, lo que sabemos de primera mano, sino en el todo el mundo. Estimamos que por algo será así.
Ese libro, se llama Super System Deluxe. Espero que lo disfruten tanto como yo lo he hecho (dicen las malas lenguas que este libro influyó en la vida de más de una persona alrededor del mundo).
“Hay pocas cosas que son rechazadas de manera tan imperdonable en nuestro país, como el poker. La clase alta sabe muy poco sobre él. De vez en cuando, uno encuentra embajadores que tienen cierto conocimiento general sobre el juego, pero la ignorancia de la gente es de temer”.
Mark Twain
Para quien lo juega, el poker es una diversión;
para quien lo conoce, es una pasión.
José Litvak
El poker es el deporte mental más apasionante y popular en todo el planeta.
Como alguien dijo muy acertadamente, “no es un juego de cartas, sino de estrategia”.
Es antiquísimo, y su historia está en permanente redescubrimiento. Según una creencia popular, comenzó a formarse ya en China, alrededor del año 900 dC, pese a que aún no habían surgido las tarjetas (cartas), tal como las conocemos hoy.
A través de los tiempos, ha evolucionado, cambiado y multiplicado sus formas, y no existe juego que, en los últimos tiempos, se haya difundido y expandido de una manera tan extraordinaria ni que haya ganado tantos adeptos.
Existen innumerables variantes (abierto, cerrado, con o sin descarte, con diferente cantidad de naipes, etc.) pero su sustancia no varía.
En los últimos treinta años comenzó el fuerte predicamento de la modalidad denominada Texas Hold’em Poker y, en la actualidad, su variante no limit (sin límite de apuestas) ha experimentado un “boom” difícil de explicar.
Es el más popular y el que cuenta con mayor número de aficionados (millones y millones alrededor del mundo). Es, a mi juicio, el más “científico” y, al mismo tiempo, el más “impredecible”, motivos que explican las pasiones que despierta.
Por sus alternativas, por las dramáticas emociones que genera y porque no gana quien recibe las mejores cartas sino el que las juega mejor, el más perspicaz, el más audaz, el más hábil o el más mentiroso, la gran mayoría considera que es “el rey de los juegos”.
Es una competencia permanente entre sabiduría, experiencia, conocimiento, astucia, intuición y audacia y, como en el resto de las experiencias vitales, los imponderables y el azar juegan su inesperado rol, gratificante o demoledor.
Provoca los sentimientos más variados, desde alegrías desbordantes hasta grandes desazones. El éxito suele “embriagarnos” y las derrotas pueden deprimirnos.
Paralelamente, el poker tiene un vicio de origen: siempre se jugó por dinero y se cree que es la única forma de hacerlo. Asimismo, la mayoría de las personas aún lo considera un juego de azar.
Y ambos conceptos son total y absolutamente falsos.
Tampoco puede negarse que muchos tabúes, vinculados a vicios como el tabaco, el alcohol o la prostitución, rodearon a los ámbitos de los juegos de azar, en los que se jugaba también al poker, lo que provoca aún cierto recelo en buena parte de la sociedad.
Este es otro mito que va desarraigándose de la mente de la gente a medida que se lo conoce y difunde.
El famoso novelista Mark Twain dijo hace ya bastante tiempo que: “Hay pocas cosas que son rechazadas de manera tan imperdonable en nuestro país, como el poker. La clase alta sabe muy poco sobre él. De vez en cuando, uno encuentra embajadores que tienen cierto conocimiento general sobre el juego, pero la ignorancia de la gente es de temer”.
El poker ha sido formalmente reconocido como un juego “ciencia”, un deporte mental que requiere conocimientos de matemáticas, psicología, control emocional, estrategia de guerra, manejo de cartera de inversiones, administración de riesgos, teoría de la decisión, teoría de los juegos, computación, etc., etc. Todas ellas, materias de carreras terciarias.
Es, quizás, el más fácil de comprender, el más arduo de aprender y el más difícil de jugar.
He sido profesor universitario por casi cuarenta años, llegando a la máxima categoría académica, y puedo asegurarles que no estoy exagerando.
Los nuevos jugadores, contrariamente al estereotipo instalado, cuidan su mente y su físico, porque saben que, de otra manera, están en inferioridad de condiciones. Estudian y practican, investigan y se entrenan.
En la mayoría de las salas de poker, inclusive en las de los casinos, está prohibido fumar o ingerir bebidas alcohólicas.
Sin dudas, los tiempos y este deporte han cambiado sus hábitos.
El Profe Litvak.
De la modalidad Texas Hold’em
Una de las certezas respecto de esta variante del juego es que su nacimiento y primera propagación ocurrió a principios de 1900, en la ciudad de la cual tomó su nombre.
Actualmente, millones y millones de jugadores en todo el mundo lo practican a diario en salas presenciales u on line.
¿Qué novato podría jugar y pretender ganarle a Nadal? ¿Qué sensación tendríamos de jugar en Roland Garros y vencerlo?
Quien quiera puede inscribirse y competir en eventos internacionales contra profesionales de la talla de Doyle Brunson o Daniel Negreanu y, con un poco de suerte, hasta ganarles (debo advertirles que contra mí les será más difícil).
Muchos dicen que jugar y ganar al poker genera un placer inigualable, tan intenso y excitante, que sólo puede equipararse con el que brinda el amor.
Una satisfacción individual imposible de describir, un goce oculto, un sublime deleite íntimo para el que se necesita, paradójicamente, una buena mano.
Según Alfred Álvarez, “el poker es considerado la segunda actividad nocturna más popular. El sexo es bueno, dicen, pero el poker dura más”.
El poker es el mejor simulacro de la vida misma. En él influyen todos los factores que hacen que una persona sea o no sea exitosa.
En el poker no existe “una” forma de jugar, ni fórmulas ni estrategias predeterminadas que puedan aconsejarse; es un juego de conceptos. Solo sirve el estudio y la experiencia.
No hay métodos ni sistemas infalibles, hay buenos o malos jugadores.
El poker es un juego que consiste en tomar buenas decisiones entre un sinnúmero de alternativas y en tiempos muy breves y perentorios. Cada situación es diferente y la elección de una buena jugada depende de una multitud de factores dinámicos.
Lograr hacerlo bien impone conocer en detalle todos, y cada uno de esos condicionamientos medulares, requiere mucha capacidad de razonamiento lógico y un gran control emocional.
Por todo esto, estimado lector, inventé una enseñanza profunda y poética que define sintéticamente el camino del progreso como jugador: “Si al poker quieres ganar, no te canses de estudiar” (como ven, no tengo nada que envidiarle a Neruda).
Y este esfuerzo le deparará, además, un beneficio extra: conocerá un nuevo mundo y disciplinas de las más variadas que enriquecen el conocimiento.
Finalmente, la vida se trata de eso, de cultivarnos y de pasarla bien.
Como dijo Florence Scovel, “la mayoría de la gente considera a la vida como una batalla, pero la vida es solo un juego”.
Estimado lector, para aprender a jugar hay que estudiar, investigar, practicar, divertirse y pensar poker.