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Consejos para derrotar al maniático de la mesa
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A Mike Matusow se le ama o se le odia. Dueño de una personalidad única, con muchas ganas de llamar la atención, Matusow es dueño de cuatro brazaletes de la World Series of Poker y de una historia que incluye estadías en la cárcel, sesiones en Apostadores Anónimos, largos periodos en bancarrota y épicos comebacks. Le gusta hablar y por ello se ganó el apodo de «The Mouth» y este año ha vuelto a la senda del ganador.
En el 2005 Mike Matusow no quería jugar el Main Event de la World Series of Poker. Hacía poco que había salido de prisión después de seis meses recluido y, aunque había conseguido recuperar su bankroll gracias a una buena racha en las mesas online, pronto se dio cuenta que algo no estaba bien en su cabeza. Durante el primer evento de la WSOP comenzó a tener pensamientos suicidas: «¿Puedes imaginarte estar jugando al poker y que lo único que estés pensando sea en maneras de matarte?».
En los siguientes días, mientras tomaba pastillas recetadas por su psiquiatra para combatir la depresión, Matusow siguió jugando pero no entró en premios en ninguno de los veintiún torneos que jugó. Por si fuera poco, después de una jornada completa de poker en vivo, pasaba las noches conectado a Full Tilt Poker y continuaba sus sesiones: «No paré hasta que lo perdí casi todo. Unos amigos vinieron a casa y se llevaron el teclado y el ratón de mi PC», recuerda Mike, «No quería jugar el Main Event pues esperaba ser eliminado el primer día».
Pero ocurrió justo lo contrario. De hecho, ESPN encontró en Matusow al protagonista de sus emisiones televisivas pues Mike era un espectáculo en sí mismo: animado, parlanchín y además desplegando un poker de alto vuelo. «Desde el día dos hasta el seis, jugué un gran nivel de poker», afirmó Mike, «Llegaba a casa y me ponía a saltar como un niño de loa feliz que estaba conmigo mismo». Mike navegó por todo el Main Event dejando frases para el recuerdo:
Matusow se plantó en la mesa final con el cuarto mejor stack y era el favorito para llevarse los $7.5 millones de dólares destinados al ganador del Main Event. Incluso él estaba convencido de que era su momento, su gran oportunidad de reivindicación: «Yo era el único jugador de la mesa que no estaba asustado, que no tenía miedo de nada», afirmó, «Fui a la mesa final para ganar».
Sin embargo, el poker puede ser cruel y lo que vivió Matusow en el día más importante de su carrera fue inesperado: en la segunda mano de la jornada terminó all-in preflop con reyes contra los ases de Scott Lazar y perdió la mitad de su stack. Noventa minutos después era eliminado a manos de Steve Dannemann y se tenía que conformar con la novena posición y un premio de un millón de dólares: «Estaba en estado de shock».
El millón de dólares no le duró mucho a Matusow. En aquel momento todavía era un apostador con una gran debilidad por las apuestas deportivas y pronto se encontró sin ningún rastro del premio.
Pero la vida tenía que seguir.
Mike Matusow nació y creció en Las Vegas. Recuerda haber sido lo que hoy se denominaría un outsider, malo en los deportes y no muy popular entre los chicos del colegio quienes constantemente lo molestaban. Abandonó la escuela y comenzó a trabajar en el negocio familiar, su único trabajo real en toda su vida. Fue entonces que descubrió el poker, o más exactamente, el Video Poker. Matusow estaba en el Maxim Casino y comenzó a jugar impulsado por un amigo suyo. Al final de la noche había ganado ochenta y cinco dólares que parecían una fortuna para un chico de dieciocho años.
Esa primera victoria fue una enorme motivación para Matusow que comenzó a frecuentar los casinos de Las Vegas fuera del strip y pasaba las noches alimentando las máquinas de Video Poker con monedas de veinticinco centavos. Matusow recuerda que jugaba hasta que su brazo le dolía por el repetitivo movimiento de jalar la palanca de la máquina. Tras muchos días de intentar vencer al chip del Video Poker, terminó en bancarrota y después perdió también el dinero que había sacado del bolso de su madre: «Era un completo degenerado, un adicto».
Era el año 1989 y el destino le guiñó el ojo al joven Matusow. Según cuenta, en una de sus maratónicas sesiones de Video Poker, se le acercó un hombre llamado Steve Samaroff quien le propuso aprender un juego gracias al cual no tendría que trabajar nunca más en su vida. «Pensé que estaba loco», confiesa Mike, todavía sin saber por qué Samaroff se acercó a él, «Le dije que sí y entonces me enseñó lo básico del Texas Holdem».
El boom del poker todavía estaba lejos en los inicios de Matusow pero él recuerda que sentía tener un talento natural para el juego. Sabía leer a sus rivales y no tenía miedo alguno al momento de apostar: sacaba a sus oponentes de sus zonas de confort y se las arreglaba para que terminaran tirando sus cartas. Rápidamente hizo su camino hacia las partidas más altas de Las Vegas e incluso tuvo una racha memorable en la que ganó durante 81 días consecutivos y acumuló un cuarto de millón de dólares.
En 1998 tuvo un gran golpe de suerte cuando bancó a Scotty Nguyen para el Main Event de la World Series of Poker y Nguyen terminó ganando el torneo que tenía un premio de un millón de dólares. Matusow añadió $333.000 dólares más para su bankroll y tenía más dinero del que había soñado. Más importante aún, estaba seguro que nunca iría a la bancarrota.
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Evidentemente estaba equivocado.
Para alguien con una personalidad tan adictiva como la de Matusow, las drogas no parecían una buena idea. Cuando descubrió el poker, Mike hacía sesiones de muchas horas y no podía pensar en otra cosa que en el juego de cartas. Una vez que hubo formado su bankroll, se dedicó a gastarlo de formas espectaculares: El Olympic Gardens, un famoso club de striptease de Las Vegas, le otorgó una membresía vitalicia por la cantidad de dinero que había gastado allí.
El año 2000 fue, sin embargo, un año bisagra para Matusow. Tras de quedar eliminado en séptima posición en un evento de 7-Card Stud Hi-Low de la WSOP, Mike se sentía miserable aún horas después de haber terminado su participación en el torneo. Su novia de aquel entonces, una striper de Puerto Rico, insistió que una pastilla de éxtasis lo haría sentir mejor. A sus 32 años, Matusow nunca había probado las drogas pero aceptó la pastilla.
«Estaba aterrorizado», recuerda Mike, «Pero de repente dejé de sentirme mal por la eliminación y empecé a pasarla bien. Al día siguiente vi el mundo de una manera muy distinta y me di cuenta que el éxtasis era una droga fenomenal. Es la mejor droga en la historia».
Mike se dedicó al éxtasis con la misma pasión con la que afrontó el poker en 1989. De hecho, durante el primer mes como consumidor ni siquiera se preocupó por jugar a las cartas. Lo único que le importaba eran las fiestas que duraban hasta las seis de la mañana y ocurrían cinco días por semana. Cuando el club cerraba, Mike invitaba a todos a su casa y allí seguía la fiesta: «En mi casa había chicas desnudas todo el tiempo».
De repente, el chico outsider del secundario estaba viviendo la vida de una estrella de rock y disfrutaba siendo el rey de la noche en una ciudad que vive de noche. «Vivía mejor que una estrella de rock», sentenció.
[do action=»epigrafe» epigrafe=»Matusow viviendo su versión de Rock Star» medida=»t560px» align=»centrado»/]
Pero las fiestas y las drogas pronto le pasaron la factura. Matusow se dio cuenta que ya no le era posible leer a sus adversarios en la mesa, una habilidad de la que siempre había presumido: «Las drogas consumieron mi cerebro. Imagina intentar jugar poker y darte cuenta que tu mejor talento ha desaparecido».
Matusow se sentía bien con las drogas pero el poker era su medio de vida así que decidió abandonar sus cocteles de éxtasis y cocaína. Era el 2001 y aunque no había conseguido entrar en premios en ningún evento de la WSOP alcanzó la mesa final en el Main Event. «En ese momento estaba tomando speed y estaba jugando a un gran nivel. Veía todo lo que pasaba en la mesa, sentía todo lo que hacían mis rivales», recuerda.
La mesa final contaba con algunos de los mejores exponentes del poker de aquella época: Phil Hellmuth, Mike Matusow, Phil Gordon y Carlos Mortensen, el eventual campeón. Matusow recuerda con claridad la mano decisiva que jugó contra Mortensen en la que, por única vez y quizá en el momento más importante, no confió en sus instintos:
“Carlos Mortensen estaba en la ciega grande y yo subí antes del flop. Cuando le llegó su turno, él hizo un re-raise. Tenía muchas fichas y era el único con el que no quería cruzarme. Cuando me resubió, estaba 100% seguro que no tenía nada así que volví a subir. Él me miró, vio mi stack y anunció all-in.
Me quedé paralizado y pensé qué hacer durante mucho tiempo. Tenía sólo A-2 pero sabía que él no tenía nada. Sin embargo, cuando estaba listo para pagar pensé en lo que pasaría si estaba equivocado; sería el hazmereir del poker. Tiré mis cartas y el rápidamente enseñó Q-8“.
Matusow quedó devastado por no haber realizado la decisión correcta. “Después de esto tenía tanta energía negativa dentro mío que era imposible que ganara el torneo”, recordó, “Durante seis meses no pude vivir con el hecho de no haber pagado a pesar de saber lo que él tenía”.
«Es por las drogas que sabía que no tenía nada», afirmó Mike, «Estaba en la cima de mi juego». Los problemas no llegaron hasta dos años después.
Esta es la primera parte del perfil de Mike Matusow. La segunda y última parte se publicará el próximo lunes 7 de julio.