Juan Pardo encontró el poker a los 17 años, y apenas seis meses después ya lograba su primer gran resultado: ganar un torneo online de $11 en PokerStars con más de 27.000 jugadores. Desde ese día, tuvo claro que las cartas serían su vida. Mientras cursaba Ciencias del Deporte, ya sabía que su verdadera pasión no estaba en los gimnasios, sino en las mesas.

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«Desde que empecé, sabía que llegaría a high stakes. No sabía cuándo, pero no tenía dudas», recordó en una charla íntima en el podcast de GTO Lab, donde conversó con Jonathan Jaffe sobre su recorrido desde Málaga hasta la elite mundial. Durante su año de Erasmus en Portugal, vivió poker 24/7 y aprendió lo que significa la dedicación absoluta.

A los 24 años, tras alcanzar una banca de $100.000, sufrió una mala racha que lo dejó con apenas $3.000. Ese golpe no lo detuvo: encontró en Adrián Mateos el apoyo para resurgir. En seis meses, transformó ese respaldo en más de $360.000 y desde entonces no volvió a depender de nadie.

«Siempre creí que hay que ser dueño de tu dinero para jugar enfocado y ser tu propio jefe«, explicó, dejando claro que la independencia fue siempre uno de sus pilares. Hoy, juega más de 4.000 torneos al año para mantenerse en forma y agudizar su instinto competitivo.

Juan Pardo, uno de los referentes del poker español.

El impacto de la salud en el poker según Pardo

El cambio más profundo en su carrera no lo generó una victoria, sino una transformación personal: decidió priorizar su salud. Ese fue el punto de inflexión que redefinió su juego y su vida.

«Cuando puse mi salud como prioridad, todo cambió. Mi juego, mi energía, mi vida«, confesó. Desde hace más de cinco años entrena a diario, sigue una alimentación basada en real food y realiza sesiones de meditación antes de cada jornada de poker. El impacto en su rendimiento y claridad mental fue inmediato.

«Tenía siete u ocho kilos más y una cara hinchada que no me gusta nada ver. Priorizar mi bienestar fue la mejor decisión que tomé», recordó con honestidad. Hoy se siente más fuerte, más enfocado y más preparado para los desafíos del circuito.

Viviendo en Andorra, rodeado de una comunidad de grinders donde el enfoque y la ambición son el común denominador, Juan encontró el entorno perfecto para seguir creciendo. Además, complementa su preparación con lecturas de psicología, desarrollo personal y economía.

«No juego solo por dinero. Juego por propósito, por legado, por crecimiento», destacó, dejando en claro que su motivación va mucho más allá de los premios. El poker es su pasión, su motor y su camino hacia el legado que quiere construir.

De la teoría al instinto: una evolución constante

En sus primeros años, Pardo construyó su juego sobre bases sólidas de teoría, dedicando miles de horas al estudio de solvers. La técnica fue su cimiento, pero la intuición se convirtió en su arma secreta.

«Antes pensaba: ‘el solver dice que hay que bluffear aquí’. Hoy, si siento que el rival no va a foldear, no bluffeo, aunque el solver lo indique», explicó sobre su evolución hacia un estilo más explotativo. Leer a los rivales y adaptar su estrategia es hoy una parte esencial de su juego.

Esta capacidad de adaptación ha marcado momentos icónicos en su carrera, como su famoso fold de reyes preflop en una mesa final de Triton. Tomar decisiones difíciles basadas en instinto, no en el qué dirán, se ha vuelto su sello.

«No me importa el clip viral ni el qué dirán. Prefiero tomar la decisión correcta, aunque me equivoque», sostuvo con firmeza. Esa actitud, basada en la confianza interna, lo impulsa a seguir superándose.

Aunque podría vivir tranquilo tras sus éxitos, Juan insiste: «Tengo hambre. Quiero ser leyenda. Y siento que todavía no he logrado nada». En su mente, el verdadero capítulo de su historia apenas está comenzando.