Las matemáticas contribuyen tanto para leer las manos, como para establecer probabilidades de éxito a partir de esa lectura y la tarea comienza apenas recibimos las cartas individuales.

Antes de decidir cómo actuar, necesitamos conocer cuál es el rango de cartas con las que entran en juego nuestros rivales. Esto es, cuán selectivos son.

Esto no lo sabremos con seguridad, pero, si observamos metódicamente sus decisiones y las confrontamos con la información que brinda la “ley de probabilidades”, nos acercaremos a descifrarlo.

Quizás un ejemplo burdo nos ayude a captar la idea más fácilmente.

Supongamos que un adversario entra en juego aproximadamente 1 de cada 110 rondas: esto implica el 0,9% de las oportunidades.

De ello se infiere que sólo jugaría con A A o K K, dado que elegiría las mejores combinaciones de ese rango y las probabilidades de recibir estas manos son de 0,45%, respectivamente.

Si esto se lo proyecta a todos los casos, según la cantidad o porcentaje de rondas que juegan, tendremos un parámetro matemático de su rango de manos.

Para que esta información sea más completa, hay que ponderar, adicionalmente, la posición desde la cual deciden jugar, dado que esa selectividad tiene relación directa con su ubicación en la mesa.

Una vez conocidas las cartas comunitarias, se puede evaluar el segundo aspecto. ¿Qué manos nos ganan? ¿Cuáles son nuestras probabilidades? ¿Hasta qué valores podemos o debemos apostar según nuestras pot odds?, etc.

Para ilustrarlo, otro ejemplo simple: tenemos 8 8 y el board muestra J 8 2 5 Q. Venimos apostando moderadamente para sacar valor; luego del river, queda un solo rival y no estamos seguros de su juego.

¿Cuál será su mano? ¿Con qué nos pagó? ¿Por qué llegó hasta la quinta calle? ¿Qué chances hay de que su juego sea mejor que el nuestro?

Deduzcamos lo que puede tener y el resto de las implicancias.

Sabemos que tiene cartas altas, porque en el flop no hay draws a color ni a escalera; por ende, si siguió pagando hasta el river, no lo hizo para concretar un juego sino por el valor de sus naipes.

Podría haber pagado con cualquier J y kicker mayor, pero estaría perdiendo. Las manos que nos ganarían serían: sólo un par de -jx- o un par de -qx-.

¿Y cuál es el rango con el que jugaría y que supondría que pueda estar ganándonos?: mínimo, el 1,8% (conformado por pares de Ases, Reyes, Damas o Jotas).

Sabiendo esto, recordando cómo juega habitualmente, cuán selectivo es y cómo vino apostando, tendremos un panorama bastante claro de la situación.

No todos los casos son tan sencillos -la mayoría, por el contrario, son complejos-, pero el tiempo, el estudio y la práctica contribuirán a facilitar la tarea.

Si se juega online, pueden usarse herramientas adicionales útiles: las stats (estadísticas) que ofrecen los programas de las propias salas y algunos software específicos que registrarán los parámetros de juego de los contendientes.

Por José «El Profe» Litvak

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