El aeropuerto de Ezeiza es un mundo de protocolos. Por eso la espera es acá, de este lado de las vallas, lejos de las pantallas que mitigan la ansiedad con los mensajes de aterrizado, demorado y demás actualizaciones sobre los vuelos. El sol pega en el mediodía de esta Buenos Aires de enero, que brilla casi tanto como los anteojos de él, de ese hombre que viene empujando un carrito con tres valijas junto a su mujer Silvana.
Las puertas automáticas se abren y ahí aparece Damián Salas , que ve la cámara de CodigoPoker y, pulgar arriba, se acerca derecho a saludar. Detrás de ese barbijo que ahora se saca para poder hablar asoma la sonrisa digna de un campeón mundial. Poco importa el jet lag o que recién se haya bajado de un largo vuelo que lo trajo desde Las Vegas . Para Salas, el Pampa, no hay excusas. Nunca las hay.
Pasaron cuatro días de que se consagró en el Rio All Suites Hotel & Casino tras derrotar al estadounidense Joseph Hebert pero él todavía no cae en lo que logró. Y poco tiene que ver ese millón de dólares en premios, sino que lo que todavía no le termina de entrar en la cabeza es que cumplió el sueño de su vida. Que ese brazalete tremendo de oro y diamantes –¡que se abre y adentro tiene los naipes KJ con los que ganó la última mano!– es suyo. Para siempre.
«La verdad es que sigo levitando. Fue un mes súper vertiginoso. De momento solo encontraré un poco de remanso en mi Chascomús querido, en mi casa, cuando llegue, me tome un mate y empiece a dimensionar lo que pasó», explica Salas mientras su hermano Matías, que junto a su esposa lo acompañó a Las Vegas, carga las valijas en la camioneta que dejaron estacionada hace unos días acá, en el playón de Ezeiza. Cada vez falta menos para volver a su hogar y ese abrazo con sus tres hijos…
VIDEO | Salas, mano a mano con CodigoPoker
Imágenes y edición: Juan Manuel Chalupp
-¿Qué fue lo que más te sorprendió de lo que pasó en estos días?
-La verdad es que hubo muchas situaciones, fue todo muy raro. Cuando gané en Rozvadov me encontré que no había una persona que hablara en español, nadie para abrazar o festejar. Ahora a Las Vegas gracias a Dios pude ir con mi señora, mi hermano Mati y dos amigos, una pareja amiga nuestra de toda la vida, así que cuando gané dije no, no me va a pasar lo mismo, no voy a festejar solo. Ellos estaban en un salón contiguo viéndolo por circuito cerrado de televisión, así que cuando gané, felicité a Joseph y me fui con ellos. Venía corriendo por el pasillo, gritando, y ellos no aparecían, estaba solo como un loco así que pensé que ellos deberían tener delay, pero cuando llego ya estaban festejando y me sumé, fue fantástico.
-Encima el heads-up duró seis horas y media. ¿Pensabas que podía extenderse tanto? ¿Lo habías preparado así?
-Yo estimaba que podía durar entre tres y cuatro horas y media, no más que eso por la estructura, pero la verdad es que se dieron varias situaciones de all-in en las que ganó el que venía perdiendo: dos mías, dos de él, dos mías, una más de él y lo termino ganando yo. Fue extraordinario.
-Épica no le faltó: estuviste mal, con cinco ciegas, 8-1 abajo en fichas, pero imagino que se disfruta más después.
-Sí, la verdad. Estuve con cinco ciegas, pero después lo tuve para ganar dos veces, y ahí de vuelta… Yo digo que lo que pasó en esa mesa, en ese mano a mano, fue poker en estado puro: la adrenalina al máximo, esa montaña rusa que te pone allá arriba pero que después parece que a la otra mano te quedaste sin nada. Fue espectacular, con un guion de televisión no sé si salía tan bien.
-Antes decías que tu sueño era ganar un brazalete y lo cumpliste, pero no ganaste cualquier brazalete, ganaste «EL» brazalete… ¿Y ahora?
-Y ahora… Yo juego al poker por pasión, por amor, no me veo haciendo otra cosa, me encanta lo que hago y capaz que el domingo me ves jugando de nuevo, o el miércoles que viene. Así que no tengo un objetivo en términos de competitividad, ahora voy a disfrutar de todo lo que está pasando. En gratitud al universo, a mi familia, a mis colegas, a mis amigos, me propongo honrar la vida más que nunca: ser mejor papá, mejor hijo, mejor hermano, mejor colega. Creo que tengo la responsabilidad de hacerlo porque la vida me ha premiado tanto que siento esa responsabilidad. Después todo va a fluir.
-En 2017, cuando perdiste en la mesa final de la WSOP, dijiste ‘sabés lo difícil que es llegar hasta acá’… Y ahora la vida te dio revancha.
-Yo creo que en el poker como en la vida siempre hay revancha. Uno desde su lugar tiene que brindar su mejor versión y hacer todo para que eso pase. Prepararse y trabajar en ese sentido. Después tienen que confluir situaciones, pero uno nunca se puede ir a dormir si quiere algo realmente y no brinda su mejor versión. Entonces yo me dije que siempre iba a dar todo para conseguirlo y si no lo conseguía, que era muy probable, igual iba a estar con la tranquilidad de haberlo dado todo. Por eso me siento un gran privilegiado: porque por más de haber hecho mi parte, la vida y el universo se alinearon para que yo lo pueda conseguir.
-¿Creés que esto puede ayudar a que el poker crezca en Argentina y en Latinoamérica?
-Yo no puedo decir cuáles van a ser las consecuencias de esto ni la dimensión, pero va a aportar para toda la comunidad latina. Ya había habido muchos hitos que decían que acá estábamos, pero con esto plantamos bandera en la meca del poker, donde había que plantarla. Pensá que de 51 Main Events, 40 habían sido ganados por estadounidenses. Esto puede ser un impulso para Latinoamérica.
-¿El poker latino estuvo subvalorado en algún momento?
-Creo que sí, aunque desde hace un tiempo ese concepto empezó a cambiar. Latinoamérica desde hace siete u ocho años ha dado exponentes de élite mundial, aunque en principio partimos de ese lugar de subvalorados. Como que de Argentina o Uruguay no nos identifican como buenos exponentes del poker, pero eso viene cambiando y esto va a ser un gran espaldarazo.
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