BRAZILIAN SERIES OF POKER
BSOP Millions: De Beláustegui lidera el Main Event
Por ahora se disputaron seis Días 1 y este sábado se completa con dos más; hay jugadores de la Armada bien posicionados, como el argentino, Hugo Bohn y Oscar Alache.
En tiempos de pandemia mucho se ha dicho sobre la posibilidad de contagio al tocar alguna superficie infectada, sin embargo un nuevo experimento hecho durante una partida de poker podría contradecir dicha afirmación.
Entre marzo y abril del año pasado, la Organización Mundial de la Salud y las agencias de salud de todo el mundo anunciaron que el SARS-CoV-2, mejor conocido como coronavirus o COVID-19, podía persistir en plástico, acero inoxidable y otros materiales durante días. Un año después, Emanuel Goldman , microbiólogo de la Facultad de Medicina de Rutgers New Jersey, decidió analizar más de cerca dicha evidencia.
Tanto Goldman como otros Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos han estado realizando múltiples experimentos con la recolección de objetos infectados como lentes y botellas para ver realmente cuánto puede perdurar el virus o si efectivamente se puede propagar mediante estos objetos. Incluso los han contagiado con otros virus a ver si tienen el mismo nivel y rapidez de contagio.
Entre las pruebas se infectó a ocho voluntarios con rhinovirus, el causante del refriado y al que se le ha visto un comportamiento parecido al COVID-19. Posteriormente se les pidió que iniciaran una partida de poker con otras 36 personas durante 12 horas. Mientras esto ocurría, se le pidió a la mitad de ellos que intentaran tocarse la cara lo máximo posible mientras que a otros se les prohibió.
Por otra parte, se inició una nueva partida con más voluntarios infectados pero esta vez se les solicitó que tosieran y estornudaran sobre las cartas y las fichas de poker. Como resultado se mostró que la transmisión por superficie existía pero era casi nula mientras que la gran mayoría de contagios podría venir de las llamadas gotas de aerosoles o exhaladas que desprenden los infectados.
Aunque este tipo de experimentos demuestran que el coronavirus puede sobrevivir en superficies, Goldman y otros advierten contra la lectura excesiva de los estudios de supervivencia de virus, porque la mayoría no prueba las condiciones que existen fuera del laboratorio ya que, afirman, fueron experimentos que comenzaron con cantidades enormes de virus, nada que se pueda encontrar en el mundo real.